Irak : la guerra anunciada

Print
Enero 2003

La acumulación incesante de tropas y de materiales norte americanos en las cercanias de Irak hace cada vez más verosímil la eventualidad de que la gesticulaciôn guerrera de Bush a uso intemo desemboque en la guerra a secas.

Los protagonistas de segunda mano de la alianza imperialista también están dando pasos suplementarios en la mobilización material o en su esfuerzo por convencer a su opinión pública. Gran Bretaña envía aviones, helicópteros, buques de guerra y un submarino nuclear a la región. Por boca de su presidente Chirac, Francia pone sordina a las hipócritas declaraciones a favor de la paz para prever abiertamente no solo la intervención militar sino también la participación efectiva de tropas francesas en ésta.

La guerra que se está preparando es una guerra de bandolerismo imperialista aunque se intente adornarla con los colores del combate por establecer un régimen democrático en lugar de la dictadura de Sadam Husein.

Pasemos por alto la irrisoria comedia de los inspectores de la ONU buscando desesperadamente pretextos a la guerra cuando los dirigentes norte americanos van repitiendo que no necesitan justificación ni siquiera la bendición de la ONU.

Algo más significativo, en cambio, son las " indiscreciones " cuidadosamente destiladas por los dirigentes norte americanos y repercutidas por la prensa sobre lo que los Estados Unidos proyectarian para el posSadam Husein.

Se habla de una administración militar norte americana, apoyada por una ocupación duradera. Se la preve para 18 meses como mínimo. Pero, claro está, los autores del proyecto no tienen ni la menor idea sobre la cuestión mientras no puedan adivinar el desarrollo de la guerra anunciada. Saben perfectamente que, aunque Sadam Husein es un dictador infame y sin duda odiado por una parte de la población iraquí, no por eso esta última acogerá las tropas norte americanas como libertadores.

Un informe confidencial de la ONU ha cifrado a 500 000 personas el número de víctimas de la guerra por venir. Una vez más, de eso nadie sabe nada en realidad. Pero esta cifra, en su brutalidad, ilustra hasta que punto a los Estados Unidos no les importa nada la población iraquí misma, en su confrontación con Sadam Husein. Los centenares de miles de víctimas civiles saldrán en la siniestra contabilidad de las pérdidas y ganancias. No cuentan en los cálculos del estado mayor norte americano. Es cierto que el número de víctimas civiles asumidas por adelantado en caso de guerra queda todavía inferior al millón de víctimas estimadas de los diez años de embargo contra Irak, puntuado de bombardeos periódicos.

Pero lo que, en las informaciones destiladas sobre el plan norte americano para "el posSadam", es más significativo aún, es que éste sólo propone una epuración reducida a los allegados del dictador destituido y no tiene intención de tocar ni a la administración en sitio, ni al ejército, o sea al aparato de Estado mismo. Para decirlo con el comentario del Figaro (un periodico frances, poco sospechoso de "anti-americanismo primario) : "Para evitar la anarquía, Washington parece conformarse con reciclar lo esencial del aparato heredado de Sadam Husein". Y se cita comparación muy justa, el precedente de la Alemania, del Japón y de la Francia de 1945. En vez de escoger la administraciôn militar directa de la Francia "liberada", Estados Unidos habian optado en aquel entonces por respaldar la operación de blanqueo del aparato de Estado emprendida por De Gaulle, con la participación decisiva del PCF, transformando a la policia responsable de la "redada deI VeI- d'Hiv" en "policia republicana" y transmutando a Papon y sus semejantes, de colaboradores de la Gestapo en resistentes.

En Irak, el aparato de represión heredado de Sadam Husein no servira probablemente para prescindir de la admimstración norte americana, sino para completarla.

Cuando la guerra del Golfo de 1991, los Estados Unidos no sólo no hicieron nada para echar a Sadam Husein del poder sino que le dejaron las manos libres para quebrar las insurrecciones populares consecutivas al tambaleo de la dictadura. Los ejércitos norte americanos que ocupaban una parte del país habían dejado la aviación de Sadam Husein violar el acuerdo de alto el fuego para bombardear las regiones chiítas insurrectas y habian esperado con las armas a los pies a que aplastara la insurrección. También habían dejado que Sadam Husein exterminara a los Kurdos antes de decidir, pero más tarde, la creación de una zona "de exclusión aérea".

Esta vez, en caso de victoria de los Estados Unidos, Bush hijo está decidido a ir más lejos que su padre y a quitarse de encima la persona de Sadam Husein.

Pero no su dictadura, no su aparato de Estado. Verdadero o no, el plan norte americano tal y como se le da a conocer al público, muestra de todas modos una doble intención. Desde luego la de una llamada indirecta a los generales iraquies para que se carguen con Sadam Husein mediante un golpe de Estado ; como contrapartida no sólo se les absolveria de su pasado al servicio del dictador, sino que también conservarían su poder y sus posiciones sociales. Este es el aspecto ampliamente recalcado por la prensa.

Pero, tras este cálculo, destinado a reducir los costes humanos, hay otro cálculo, mas fundamental. Los Estados Unidos necesitan el aparato de Estado existente para controlar la población iraquí. Aunque dejen en el terreno millares y millares de soldados norte americanos y aunque escojan, por lo menos por algún tiempo, una administración 'norte americana, militar o no, este no basta para controlar un país de la dimensión y del grado de desarrollo de Irak, consumido por una multitud de contradicciones entre el poder central y las "minorías" oprimidas, chiíta y kurda, que en realidad representan la mayoría de la población. Sin hablar siquiera de las contradicciones sociales entre una reducida capa de privilegiados que, a pesar del embargo, vive bien y se enriquece y la mayoría de la población cuya pobreza se ha agravado considerablemente desde la última guerra del Golfo.

Una desestabilización en Irak amenazaría con desestabilizar la zona entera, donde los tratados imperialistas han trazado las fronteras dividiendo los pueblos y las comunidades. Un estallido del Estado iraquí tendría repercusiones inevitables en los paises vecinos. Si la población kurda de Irak, por ejemplo, se aprovecha de las circunstancias para intentar ganar una existencia nacional que las potencias imperialistas le niegan desde hace un siglo, es casi seguro que esto tendrá repercusiones en la población kurda de Irán, de Stria o de Turquía, uno de los principales aliados de los Estados Unidos en la zona.

Esto es porqué se les da a los dignitarios más corruptos de la dictadura una oportunidad de rescatarse una conducta y de presentarse como resistentes a Sadam Husein con tal que chaqueteen al último momento. Esto es porqué también es más que probable, es seguro que toda la jerarquia de la policía y del ejército y hasta los que asesinaron y torturaron bajo Sadam Husein, conservara su empleo, esta vez al servicio de un régimen pro-americano.

Más allá de la guerra misma, de sus víctimas y sufrimientos, la intervención de las potencias imperialistas en Irak no traerá nada bueno para la población iraquí.

La agitación guerrera llevada crescendo desde hace un año tiende a persuadir a la población norte americana a que se adhiera a una política imperialista agresiva. Esta política amenaza con prolongarse en las semanas que vienen por otros medios, esta vez militares.

Las corrientes políticas que defienden la clase obrera y sus intereses no se encuentran desde luego en situación como para oponerse y con mayor razón para impedir esta guerra de las potencias imperialistas coligadas contra Irak. Pero, por lo menos, pueden mostrar que esta guerra no se prepara en nombre de los trabajadores, en nombre y con el acuerdo de la población, sino por sórdidas razones imperialistas como otras tantas que ensangrientan el planeta haciendo perenne la dominación imperialista.

10 de enero de 2003