La quiebra de Silicom, síntoma de un capitalismo en descomposición

Stampa
Abril de 2023

La bancarrota de Silicom Valley Bank, seguida de Credit Suisse en Europa, ha mostrado una crisis financiera larvada. Por el momento las quiebras financieras están siendo reducidas a ciertos bancos, pero la amenaza está latente. El sistema financiero es un campo minado por la especulación, la deuda y el capital ficticio. Como algunos economistas predicen, la crisis y la bancarrota generalizada están por llegar.

Todo indica que se avecina un tiempo de crisis económica general y la clase trabajadora deberá prepararse para ello. La situación y deterioro de los servicios públicos como la sanidad, o las pensiones, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y la precariedad del empleo, predicen que los ataques contra las condiciones de vida de los trabajadores se generalizarán sin remedio: es la única salida que tiene la patronal y el gran capital para mantener vivo su sistema. Hay que recordar que el capital se valoriza siempre a costa del trabajo humano.

El sistema financiero es fundamental para el desarrollo productivo pues expande dinero a través del crédito y las inversiones. Pero también la especulación en títulos de deuda del Estado, acciones, derivados y demás productos financieros, actualmente no responden, en su mayoría, a una inversión real productiva.

Este capital ficticio se convierte en una bomba de relojería que estalla quebrando el banco y arrastrando a toda la economía. Y esto es lo que está ocurriendo con el sistema financiero minado de deudas incobrables, falsos productos financieros, un capital que Marx llamaba ficticio, que no responden a una realidad productiva o mercantil. En palabras de Marx: “El crédito acelera al mismo tiempo las explosiones violentas de esta contradicción, que son las crisis, y con ellas los elementos para la disolución del régimen de producción vigente.”
Las quiebras financieras de SVB, Credit Suisse
y otros

“El sistema bancario de los Estados Unidos es sólido, sus depósitos están seguros” y “estarán disponibles cuando los necesiten”, anunció el presidente estadounidense, Joe Biden, para frenar el miedo que se desató tras la bancarrota de SVB. Sin embargo era de esperar, tras la mayor quiebra bancaria desde la crisis financiera de 2008, que todo el sistema financiero se viera delante del precipicio. Y no es para menos; este banco se caracterizaba por la gran cantidad de deuda pública que tenían en sus cuentas.

La crisis empezó a agravarse cuando el sector tecnológico empezó a despedir personal y necesitaron los fondos que estaban ingresados en ese banco. El SVB era una entidad financiera que se caracterizaba por tener depósitos de las principales empresas tecnológicas. Cuando éstas intentaron sacar sus depósitos, los directivos intentaron vender sus activos de deuda pública y se encontraron que nadie lo compraba porque su valor no respondía a la realidad después de haber subido los tipos de interés la FED. En el negocio bancario un bono del Estado a 10 años con un interés del 1% no atraería a muchos inversores, cuando los mismos bonos estaban ya con un interés del 4%. Es simplemente la lógica de la especulación: comprar barato para vender caro. Las pérdidas se hicieron realidad ante la insolvencia del SVB. Y eso les llevó a vender una gran cantidad de acciones que, carentes de valor, desataron el pánico y como consecuencia la retirada de fondos masiva.

El Estado capitalista y su herramienta, los Bancos Centrales

Los Estados en las sucesivas crisis han utilizado su capacidad para mantener las actividades de las empresas subvencionando los beneficios de éstas. Su instrumento han sido los bancos centrales. El papel oficial de los bancos centrales es regular el sistema financiero adaptando la oferta monetaria en circulación a las necesidades del mercado.

La organización independiente de los bancos centrales y el control de financieros y capitalistas expresan la dictadura del capital y la burguesía: En Estados Unidos los bancos son copropietarios de la Reserva Federal, es decir, participan en la toma de las decisiones, de modo que pueden evitar fácilmente que se adopten las que no les conviene o reducen sus beneficios. En Europa, el Banco Central Europeo está dirigido por ex directivos de los grandes bancos y quienes no lo son, terminan en ellos una vez que concluyan allí su actividad. Por ello los Estados entran al rescate del sistema financiero cuando entran en crisis. Con dinero público pagan las pérdidas. La guía es conocida: “socializar pérdidas, privatizar ganancias”.

El fondo del problema: un sistema capitalista en bancarrota

Los Estados siguen siendo totalmente incapaces de regular su economía y sus contradicciones, intentan establecer ciertos límites como garantes del interés general de su respectiva burguesía. En este contexto, el poder de emisión de la moneda y el crédito siempre han sido una de sus principales armas económicas, al mismo tiempo que un instrumento de propaganda política. Pero, cuando el volumen acumulado de deudas, públicas y privadas, alcanza cantidades estratosféricas, cuando los activos financieros, independientemente de la moneda o criptomonedas en la que estén denominados, explotan, permaneciendo sin relación o casi con la evolución de la esfera productiva, las contradicciones estallan violentamente.
La fase actual de la crisis económica, con el regreso de una fuerte inflación, y las tensiones internacionales entre las potencias las multiplican aún más. Esta situación pone al descubierto el peligro de la guerra, pues las crisis económicas aumentan la probabilidad de conflictos entre las distintas potencias por el control mundial. De ahí que la guerra y destrucción que conllevan, sean solución a las crisis capitalistas. De hecho ha sido la salida a las crisis terminales del capitalismo desde que se desarrolló el imperialismo en el siglo XX.

Ante esta situación la clase trabajadora deberá tomar conciencia a través de sus luchas de la necesidad de organizarse políticamente y ahora más aún será necesario construir un partido obrero de militantes que luchen por erradicar las causas de la crisis capitalista, que de crisis en crisis nos lleva a la barbarie. En este sentido solo hay una solución real para la humanidad: poder organizar la sociedad en base al trabajo colectivo y no a los beneficios empresariales.