Nuestro mundo vive una encrucijada en la que se juega la supervivencia. Coincidentes en el tiempo, e interrelacionadas unas con otras, varias amenazas ponen en peligro nuestra existencia como sociedades, e incluso, la de la vida misma en la Tierra: Pandemias, crisis del Capitalismo, Guerras potencialmente mundiales, y Cambio Climático.
De todas, la más mortífera, aunque aún no seamos conscientes, es el Cambio Climático. Como evidencian los expertos las pandemias irán a más y están ya teniendo su origen en los cambios que el clima provoca en las especies y en la capacidad de transmisión de virus y enfermedades. Una parte de las crisis económicas y las guerras está ligada a la lucha por los recursos naturales, cada vez más escasos por la destrucción devoradora del sistema y por el mismo cambio climático.
Y este terrible Cambio Climático es fruto de un sistema basado en el beneficio económico aquí y ahora, a costa de lo que sea. Un sistema basado en la desigualdad social, con unos poquitos que dominan el mundo y viven como dioses, y el resto de la Humanidad que son sus esclavos, o contemplados como recursos. Un sistema, el Capitalista, que sólo admite el sentido común, la ciencia y la razón, para planificar actividades que den dinero a espuertas, pero que choca frontalmente y rechaza el Interés General, y la capacidad de la población de decidir sobre el futuro. Un sistema cuyo sentido de la Democracia está limitado (y permitido) a que los votantes no participen activamente en política y, además voten lo que las élites quieren.
¿Es un bulo de rojos y ecologistas radicales el Cambio Climático?
Los últimos ocho años son los ocho más cálidos desde que comenzaron los registros modernos en 1880. Según el registro de temperaturas de la NASA, el año de 2022 habría sido el más cálido de no ser por el fenómeno meteorológico de “La Niña” que genera enfriamiento en la temperatura media.
Continuando con la tendencia de calentamiento a largo plazo del planeta, las temperaturas globales en 2021 estuvieron 0,85 grados centígrados por encima de la media del período de referencia de la NASA, que utiliza el periodo 1951-1980 como línea de base, o referencia, para ver cómo cambia la temperatura global a lo largo del tiempo.
Esta tendencia de calentamiento del planeta se debe a las actividades humanas que han aumentado las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera. Los efectos del calentamiento global anunciados hace décadas ya están aquí: El hielo marino del Ártico está disminuyendo, el nivel del mar subiendo, los incendios forestales agravados, los patrones vitales de los animales cambiando, olas de calor, así como inundaciones se hacen más potentes y frecuentes.
Las previsiones científicas son cada vez más catastróficas. Y es que este sistema no parece que esté dispuesto a reformarse para salvar el planeta, y con él a nosotros. En palabras del secretario general de la ONU, puesto ahí por las mismas élites, a menos que todos los gobiernos cambien sus políticas energéticas, el planeta será inhabitable, acusando a algunos líderes gubernamentales y empresariales de mentir en cuanto a sus compromisos de reducir el uso de combustibles fósiles y optar por energías limpias, y eso pese a que el coste de algunas como la solar y eólica se han reducido en un 85%.
¿La alternativa?
Partiendo de la base de que “no se puede pedir peras a un olmo”, y las décadas perdidas para haber cambiado de modelo energético lo atestiguan, sólo nos queda ya poder instaurar un cambio radical que evite lo peor del cambio climático, antes de que la vida como tal se vea amenazada para la propia subsistencia.
Pero ese cambio radical es inviable con este sistema. El entresijo de intereses empresariales y financieros, basado en el beneficio y la propiedad privada, obstaculiza o no permite el desarrollo de nuevas tecnologías y fuerzas productivas que sean respetuosas con el Medio Ambiente. Por tanto, todo pasa por lograr primero derrocar este sistema capitalista que amenaza con sepultarnos a todos en su insaciable destrucción del equilibrio de la naturaleza del planeta, y de las propias sociedades.
En su lugar, habrá de erigirse un nuevo sistema al servicio del Bien Común, guiado por la Ciencia, y cuyo rumbo esté marcado desde la Libertad y Democracia más plenas. Un sistema así era denominado antiguamente como Socialista.