En agosto, el gobierno aumentó los precios para tratar de frenar la demanda y de estimular la producción. De un día al otro, los precios aumentaron del 60%, 90%, 150% e incluso más. Ello provocó el pánico y una extensión del mercado negro. Las tiendas quedaron vacías y los comerciantes se pusieron en huelga.
He ahí otro testimonio que ilustra claramente cuál era la atmósfera que reinaba en Santiago en aquellos momentos:
"Casi cada día hay registros y se encuentran toneladas de azúcar acaparado y escondido, latas de pescado, víveres, pollo... El lunes, el paro ha sido total en el comercio, a pesar de que la Cámara del Comercio y otras asociaciones de comerciantes se habían comprometido durante el fin de semana a suspender la huelga (...)."
"Hacía las dos de la tarde se ha escuchado en la radio nacional al ministro de Economía, Carlos Matus (socialista), anunciar que se aplicaría la ley de seguridad interna del Estado a los comerciantes que no hubieran abierto antes de media hora (...)."
"Hemos ido enseguida al centro. Y lo que hemos visto allí era espantosos. Las bandas paramilitares y de extrema derecha de Patria Libertad habían ocupado la calle e impedían la acción de las autoridades. Cientos de jóvenes, perfectamente entrenados, armados con bastones, hondas (...) insultaban y agredían a los representantes del gobierno, excitaban a los carabineros y daban patadas a los camiones de la policía (...)."
"Hacia las ocho de la noche, escuchando la radio, nos hemos enterado de que Allende estaba reunido con los jefes del comercio, con los mismos que habían jurado que no cerrarían, los mismos que no habían abierto tras las amenazas de Carlos Matus, los mismos que llaman y dirigen las bandas de Patria y Libertad. Allende estaba con ellos y les prometía no aplicar ninguna de las sanciones anunciadas si ellos prometían a su vez no reincidir..."
"Los comerciantes han sido perdonados. Los de Patria y Libertad han incendiado sus autocares, han rodeado la casa del ministerio de Trabajo y le han injuriado y golpeado con sus bastones. (...) Y para colmo, han matado a dos campesinos socialistas: Pero el mismo lunes han sido liberados todos los detenidos. Bajo fianza. Pero están libres".
Todo esto muestra como los retrocesos y la cobardía del gobierno, en vez de conseguir atraer a las clases medias, sólo servían para estimular sus violencias.
Se preparó un nuevo golpe de Estado instigado por el general Canales. Esta vez, no se le mutó: se le dio el retiro.
El 1 de septiembre, el Comité Ejecutivo de la Unidad Popular declaraba: "En caso de tentativa de golpe de Estado por los conspiradores fascistas, es preciso responder con la huelga de todos los trabajadores, con la ocupación de las fábricas, de las explotaciones agrícolas, de los servicios". Y llamó a constituir comités de autodefensa. La CUT lanzó las mismas consignas.
El 4 de septiembre, aniversario de la victoria de Allende, hubo una inmensa manifestación popular de entre ochocientos mil y un millón de personas, descontentas del gobierno, por supuesto; pero dispuestas a pesar de todo a apoyarlo contra la derecha. Una pancarta con la inscripción "El gobierno es una mierda, pero es el mío y yo lo defiendo" reflejaba el espíritu de las masas.