EE. UU.: “Electrificación” – Una estafa capitalista

Εκτύπωση
Junio de 2023

Stellantis interrumpe abruptamente la construcción de su planta de baterías prevista en Windsor, Ontario. Exigió más dinero a los gobiernos canadiense y provincial. Ya había recibido mil millones de dólares de Canadá en un acuerdo cerrado el año pasado.

Después, el gobierno de Estados Unidos prometió mayores subvenciones, exenciones fiscales y regalos a las empresas productoras de vehículos eléctricos. Tratando de competir, el gobierno canadiense concedió a Volkswagen unos 4.000 millones para un enorme complejo de baterías que construiría en Canadá.

Stellantis amenazó con dejar en Windsor una planta inacabada si no recibía más subvenciones. Insinuó que podría trasladar su fábrica a Estados Unidos.

No es más que un juego de extorsión. En todo el mundo es lo mismo. Una empresa sueca quiere ocho mil millones de dólares para trasladar su fábrica de baterías de Alemania a Estados Unidos. Una empresa taiwanesa quiere varios miles de millones para trasladar una fábrica de baterías de Taiwán a Francia.

Los gobiernos compiten entre sí para atraer inversiones. Los que ganan esta competición son los capitalistas, vengan del país que vengan.

Los grandes capitalistas no tienen país. Existen a escala mundial. Pensemos en Stellantis. Es una única multinacional compuesta por empresas que existían originalmente en cinco países: Italia, Francia, EE.UU., Gran Bretaña y Alemania.

Las grandes empresas son propiedad de una clase capitalista que no conoce fronteras. Utilizan a los gobiernos como a sus sirvientes; no tienen lealtad a los trabajadores de sus fábricas; no respetan ningún contrato que firmen. Su única lealtad es al dinero.

Pues bien, hoy en día se puede ganar mucho dinero con el paso a los vehículos eléctricos.

Pretendiendo que los vehículos eléctricos protegerán el medio ambiente, los gobiernos intentan forzar la venta de vehículos eléctricos. A partir de 2030, no se podrán vender más vehículos privados de gasolina en Estados Unidos. Después de 2040, no se podrán vender más vehículos usados de gasolina.

Es un regalo para las grandes empresas, y lo pagará una población obligada a comprar eléctricos, queramos o no conducir eléctricos.

Además, a pesar de la propaganda, el paso a la electrificación no protege el medio ambiente. Los vehículos eléctricos en sí pueden ser menos contaminantes, pero el daño total al medio ambiente que supone suministrar electricidad a estos vehículos es igual de contaminante, quizá más.

El coste de la electrificación recaerá sobre los trabajadores. Nuestros impuestos servirán para pagar las subvenciones y las exenciones fiscales. Los servicios públicos, los servicios sociales y las escuelas de los que dependemos se verán aún más recortados, privados de los fondos que necesitan.

También pagamos porque el gobierno ha trabajado durante décadas para ayudar a mantener bajo el coste de la mano de obra. El salario mínimo en Estados Unidos se ha mantenido en un nivel abismalmente bajo durante cuatro décadas, obligando a los jóvenes a entrar en estas nuevas fábricas con salarios imposiblemente bajos. La Seguridad Social ha perdido tanto con la inflación que muchos trabajadores no pueden jubilarse en las fábricas existentes.

Pagaremos porque el gobierno hace la vista gorda ante el empeoramiento de las condiciones en la producción. Fíjense en los trabajadores del ferrocarril, que votaron a favor de la huelga para paliar las condiciones inseguras de los trenes. El Congreso aprobó una ley, que Biden firmó, por la que la huelga era ilegal.

No debemos caer en la propaganda de los capitalistas sobre la electrificación. La electrificación es una estafa en la forma en que lo hacen. Caer en su estafa nos estorba, nos impide luchar por lo que necesitamos. Tenemos que protegernos, obligando a los capitalistas a responder a nuestras necesidades.

¿Y por qué deberíamos tragarnos la propaganda patriótica de los capitalistas? Intentan que veamos a los trabajadores de otros países como nuestros enemigos, gente contra la que competir.

No importa donde vivamos, tenemos una lucha común, contra un enemigo común. Nuestro único enemigo es la clase capitalista, que está llevando a cabo una verdadera guerra contra el pueblo trabajador en todos los países.

Traducido de the-spark.net