EEUU: Sí hace falta una revolución para conseguir un sindicato…

Εκτύπωση
Abril de 2021

Los trabajadores del almacén de Amazon en Bessemer, Alabama, están ahora mismo votando si quieren un sindicato. Si el resultado dependiera de lo que los trabajadores ya han declarado, hoy tendrían su sindicato. Hace casi medio año, 3.000 trabajadores firmaron peticiones indicando que querían un sindicato. Son 3.000 del total de 5.800 personas que trabajan en el almacén. Una clara mayoría firmó a favor del sindicato.

Pero este país ha sido durante mucho tiempo un bastión de la actividad antisindical y de los obstáculos bien financiados a la organización sindical. No basta con dejar bien claro lo que quieren los trabajadores. No basta con demostrar con su firma que quieren un sindicato. Tienen que conseguir que el gobierno autorice su sindicato, pasar por un enrevesado lío de pasos legales, sólo para conseguir que se programe una elección de la NLRB (National Labor Relations Board, Junta Nacional de Relaciones del Trabajo). Luego, tienen que esperar a que se celebren las elecciones mientras la empresa intenta atascar el proceso en los tribunales.

Esperan, mientras algunos simpatizantes del sindicato son expulsados de la planta, y se les quita su medio de vida. Esperas, mientras la empresa programa reuniones obligatorias, donde dice una mentira tras otra. Si hablas, te puede costar el puesto de trabajo. Además, están las pequeñas cosas: la indignidad de ir al baño, tener que enfrentarse a los eslóganes antisindicales pegados en el interior de cada cabina, todos los días, durante meses. Y están las grandes cosas: tu compañero de trabajo que se desplomó en el suelo de Covid.

Amazon se jacta de pagar 15 dólares la hora. Eso ni siquiera es cierto, teniendo en cuenta cómo Amazon trama la reducción de los salarios. Pero incluso si fuera cierto, 15 dólares por hora sólo suponen un poco más de 30.000 dólares al año por un trabajo a tiempo completo. El máximo ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, aumentó su riqueza en 63.000 millones de dólares sólo el año pasado. Un solo hombre codicioso e inútil acaparó más riqueza que el total de los salarios de todos los trabajadores de Amazon juntos, no sólo de sus 500.000 trabajadores en este país, sino también de su millón y medio de trabajadores en la escala del planeta.

La riqueza de Bezos proviene de la sangre, el sudor y las lágrimas y los huesos rotos de los trabajadores de Amazon.
Amazon se jacta de organizar su trabajo de forma agresiva. Es cierto. Amazon es agresivo. Cronometra cada tarea, registra cada movimiento que hace un trabajador. Cualquier tiempo extra se anota. Demasiado tiempo extra para coger los artículos necesarios, meterlos en los paquetes o enviarlos puede ser causa de despido.

Toda esta agresividad es la que ha hecho ingresar miles de millones de dólares en las cuentas bancarias de todos los Jeff Bezos de este mundo capitalista.

Los trabajadores de todo el imperio de Amazon se declararon en huelga por el calor, por los intentos de los gerentes de aumentar la velocidad, por la rápida propagación del Covid, que Amazon trató de mantener oculta. Los trabajadores ya habían intentado en otras instalaciones de Amazon organizar un sindicato. Puede que no lo hayan conseguido. Pero esto no impidió que los trabajadores de Bessemer lo intentaran.

¿Conseguirán los trabajadores de Bessemer su sindicato? Está claro que lo quieren. Pero la verdadera pregunta es qué tendrán que hacer para conseguirlo y mantenerlo incluso si el sindicato gana esta votación.

Amazon, que pisoteó con saña todos los intentos de organizarse, es tan mala como cualquier otra gran empresa de los años 30 que luchó para impedir que los trabajadores se organizaran.

Los trabajadores de esa época finalmente consiguieron sus sindicatos. Lo hicieron llevando a cabo el tipo de luchas que las leyes antisindicales prohibían. Ignoraron los tribunales. Se enfrentaron a la policía y ganaron a la Guardia Nacional. Organizaron sentadas, ocuparon las plantas, extendieron sus huelgas de una empresa a otra, de una ciudad a otra. Los capitalistas se creían dueños de las fábricas. Los trabajadores demostraron quién las controlaba.

Para conseguir sus sindicatos, prácticamente tuvieron que hacer una revolución.

Lo mismo ocurre hoy. Sea cual sea el resultado de la votación en Bessemer, si los trabajadores quieren mantener y construir su sindicato, necesitarán un espíritu y un objetivo revolucionarios. Tal vez haya que pensar en esto: si hay que hacer una revolución sólo para conseguir un sindicato, ¿por qué no llevar a cabo su lucha con el objetivo de tomar el control y dirigir toda la sociedad?

Traducido de https://the-spark.net