Introducción

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Octubre de 2014

Entre los días 5 y 20 de octubre de 1934 se desarrollaron los acontecimientos revolucionarios que son conocidos como la Comuna asturiana. Si la Comuna de París de 1871 tiene el honor de ser la primera insurrección obrera que se mantiene en el poder un mes, construye su aparato de estado obrero y pone en práctica el socialismo, la insurrección de los obreros asturianos liderados por los mineros revolucionarios tiene el honor de ser en el siglo XX, lo que fue la insurrección parisina en el siglo XIX.

Años de conciencia obrera, de trabajo militante, de luchas obreras heroicas, dieron lugar a los acontecimientos que desembocaron en la revolución social de 1934. Nosotros como militantes comunistas, como socialistas revolucionarios, no podemos dejar en el olvido la epopeya de los mineros asturianos, ni dejar la conmemoración a una mera recuperación de la memoria histórica o una efemérides académica más. Para nosotros esta insurrección significa nuestra herencia, nuestros ideales, la plasmación en la práctica de la revolución social con los errores y las traiciones que nos enseñan el futuro.

Durante 15 días tuvieron el mando de la cuenca minera, organizaron la producción, mantuvieron las minas, el avituallamiento, el reparto de víveres de acuerdo a las necesidades de la gente, organizaron la sanidad pública, y al grito de ¡U.H.P.!, Unión, Hermanos Proletarios, crearon un ejército rojo de 50.000 obreros, de ellos 27.000 mineros que mantuvo en jaque al ejército, casi sin municiones y armamento moderno. La revolución fue generosa con los opresores. El gobierno republicano sin embargo, tuvo que recurrir a los legionarios y a las tropas moras. Derrotados, la represión fue terrible. El fascismo aprendió en Asturias el proceder criminal en la guerra civil.

La época de cambio social que abre la revolución rusa de 1917 se concreta en nuestro país durante la década de los años treinta. En la España de este periodo, confluyen conflictos sociales de lucha de clases que desembocarán en un periodo revolucionario que termina con la tragedia de la derrota de 1939. Estos conflictos sociales son una consecuencia de la lucha de clases. Por una parte está la clase dominante decadente y corrompida, de terratenientes, financieros, burguesía y eclesiásticos. Herederos de toda la llamada decadencia del Imperio español que durante siglos había expoliado sus colonias, llevado guerras por su afán de codicia, enriquecidos con la trata de esclavos, la explotación de trabajadores, campesinos y jornaleros, el genocidio y opresión de minorías étnicas y aplastado todo atisbo de libertad a través de la Inquisición y el Estado. Por otra las luchas de una clase obrera y jornalera, que desde mediados del siglo XIX, va arrancando conquistas a sus opresores y que es lo más honesto de nuestra sociedad. Este movimiento obrero se va forjando en huelgas, insurrecciones como la de Barcelona en 1909, o la huelga general de 1917, y va adquiriendo una conciencia revolucionaria.

Naturalmente han pasado muchos años. Han cambiado las formas pero no el fondo. Seguimos viviendo en un mundo donde las relaciones sociales entre los seres humanos son dominadas por el dinero, el capital, que funciona explotando el trabajo asalariado. Siguen los capitalistas organizando guerras, no por el carbón, sino por el petróleo. Siguen bajando los salarios, eliminando conquistas sociales, cerrando fábricas, despidiendo trabajadores, contratando mano de obra esclava, para mantener su mundo de dinero y lujo.

Para la historia oficial aquellos hechos están muy lejos de la sociedad de hoy. Pero todos sabemos que esta historia la hacen los vencedores y no está exenta de su interés. Hoy no interesa rememorar la lucha de los trabajadores explotados por su emancipación. Se podrá argumentar que en nuestros países del primer mundo los obreros viven mucho mejor que en aquel entonces. No obstante los trabajadores tienen que batirse día a día contra la patronal y sus gobiernos para que los salarios no bajen, no se cierren sus empresas, no se eliminen las conquistas sociales...

Es verdad que en nuestros países sectores de la clase trabajadora pueden haberse integrado en una mejora de las condiciones de vida, pero siempre serán las migajas de las riquezas expropiadas a los más pobres. Si bien es verdad que la técnica y la ciencia se han desarrollado, no lo es en su aplicación beneficiosa a los seres humanos. Exceptuando una minoría, la inmensa mayoría de la humanidad vive en la miseria, la incultura, en las hambrunas, en medio de guerras organizadas y apoyadas por los gabinetes de los gobiernos imperialistas y de las grandes empresas.

Fuera de minoritarios ambientes politizados no se sabe nada de esta gesta revolucionaria. Los partidos y sindicatos que en su día lideraban el movimiento obrero y que hoy existen lo han olvidado y abandonado en sus ideales, en su práctica y su programa. Se argüirá que el socialismo, el comunismo ha fracasado, que la revolución rusa engendró una cruel dictadura. Sí, es verdad, que lo que parecía socialismo era sólo una máscara y como tal, siempre la hemos combatido desde el comunismo revolucionario y la democracia obrera. Sin embargo, a pesar del mundo feliz de que nos hablan y del tan cacareado fracaso del comunismo, ¿qué nos queda? En este mundo la crueldad del capitalismo no tiene límites y lo vemos diariamente en los medios de comunicación.

Nuestras ideas socialistas y revolucionarias, sin embargo, se basan en la cadena de luchas, insurrecciones, y revoluciones obreras en pos de un mundo más humano e igualitario, que han jalonado el final del siglo XIX y todo el siglo XX. De sus victorias y sus derrotas, de sus logros y degeneraciones aprendemos para el futuro.

El texto que presentamos a continuación "LAS ENSEÑANZAS DE OCTUBRE 34", fue publicado en nuestra revista en 1984, evocando el 50 aniversario. Hace 20 años. Y no por ésto queda desfasado, al contrario. En él queda reflejada la historia del movimiento, los problemas sociales y políticos que se planteaban los revolucionarios del momento. Pero también estos problemas son actuales. En la revolución asturiana los mineros y obreros se plantean los problemas de la unidad obrera y la resuelven en las Alianzas Obreras, desmontan el papel del régimen republicano y la democracia burguesa demostrando su carácter burgués y represivo, los problemas de la creación de un ejército rojo, consiguiendo mantener a raya a las fuerzas represivas mandadas por el gobierno. Se explica como los mineros asturianos fueron doblemente derrotados: por la reacción republicana y por el abandono de los dirigentes socialistas y el sectarismo cenetista. Se muestra también la carencia de un partido revolucionario.

Los socialistas que en esa época llenaron los discursos y proclamas de palabrería seudo revolucionaria, utilizaron las aspiraciones de las masas para buscar sus puestos de gobierno. Los revolucionarios asturianos se vieron solos, abandonados por los socialistas que no hicieron nada en el resto del país y por los anarquistas. Los herederos de aquellos socialistas, mantienen el oportunismo, son los que también utilizan las aspiraciones de los trabajadores para mandar tropas a Afganistán, y buscan cerrar astilleros cuando antes se llenaban la boca apoyando a los trabajadores. Hoy en día cuando el abandono de las posiciones de clase y la militancia obrera esta generalizada, es aún más necesario reivindicar la memoria revolucionaria para mantener la lucha obrera.

El sistema capitalista no ha cambiado su lógica. Sigue aplastandoal pobre para mantener sus beneficios. Hoy como ayer los trabajadores tienen que luchar para mantener y mejorar sus condiciones de vida. Es verdad que la conciencia de los mineros, el nivel de sus luchas, sus aspiraciones socialistas no existen hoy. Pero ello sólo demuestra que si no se adquiere esa conciencia, seguiremos sometidos a la dictadura de los mercados, del capital. Y esa conciencia sólo es posible si analizamos la realidad obrera a través de la lucha de clases, y construimos una organización política que permita defendernos de la explotación, aprenda de nuestra historia y proponga la dirección al socialismo.

Hoy más que nunca se hace necesario continuar difundiendo y luchando por las ideas que defendieron los mineros asturianos y ayudar al renacimiento del movimiento obrero revolucionario. Y esto no significa otra cosa que luchar por el socialismo que ellos practicaron, que no fue más que la expropiación de la burguesía y de los medios de producción, la planificación y distribución de los recursos de acuerdo a las necesidades sociales, con un poder obrero democrático. Es nuestra herencia que tenemos que trasmitir, el hilo rojo que nos permitirá combatir el capitalismo y luchar por el comunismo que no tiene nada que ver con las dictaduras de los países llamados "socialistas", o el estalinismo.

Octubre de 2004