México: el problema del petróleo, riqueza y explotación obrera

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octubre 2008

México es uno de los países productores de petróleo de América Latina y esta riqueza natural fue expropiada por el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1938 a las empresas privadas que lo explotaban. Las razones de la derecha y del gobierno actual para privatizar PEMEX, Petróleos Mexicanos, es su incapacidad para realizar eficazmente la producción, refinado y distribución de esta materia energética fundamental en nuestra sociedad. Según PEMEX, el país cuenta con reservas, al ritmo actual de producción, para 9,2 años. Es una reducción de las reservas del 27% respecto a 2002 - entonces tenía una reserva para 13 años-. Este es uno de los argumentos de la derecha para privatizar actividades, razonando la progresiva pérdida de rentabilidad. Según el informe de PEMEX los campos actuales de extracción están en su madurez y comienzan su declinación productiva. Esto supone que los costos de producción suben y los beneficios disminuyen. A esto hay que sumar la falta de inversiones estatales en las plantas de refino del petróleo, lo que ha supuesto que un país productor de petróleo y gas tenga que comprar los productos refinados como la gasolina en el exterior. Según cifras de este mismo informe, las seis refinerías no pueden abastecer las necesidades energéticas mexicanas teniendo que importar el 43% de las gasolinas para su venta. Con el gas pasa otro tanto, el 23% tiene que importarse para poder abastecer el consumo popular de esta fuente básica de energía.

Otra de los problemas de PEMEX es la corrupción. La estatalización del petróleo fue una conquista de los años treinta que permitió al Estado mexicano tener una fuente de ingresos para su presupuesto. Pero la oligarquía mexicana que domina los sectores productivos fundamentales, junto al capital internacional, no ha dejado de explotar a la población mexicana manteniendo altísimos niveles de pobreza y miseria. PEMEX aún siendo estatal, permitió el desarrollo de otras ramas industriales en manos de estos capitalistas y su forma de dominación social ha sido, entre otras, la corrupción política. Millones de pesos de esta empresa han ido a parar al sector de funcionarios y políticos que utilizaban PEMEX para su propio beneficio. Porque estatalización de una industria no significa automáticamente riqueza social. Como en este caso, la estatalización de PEMEX ha permitido desarrollar otros sectores industriales, donde el capital ha hecho sus buenos negocios, además del robo de los políticos y altos funcionarios. Pues sin control obrero y social de PEMEX y su contabilidad publicada y transparente, es fácil caer en la corrupción en un país desigualdades sociales tan grandes.

Sin embargo, cuando durante años se ha desinvertido en PEMEX, ahora al gran capital mejicano e internacional les interesa entrar en este negocio suculento del petróleo. Por eso, como representantes de la multinacional Repsol, el gobierno del «socialista» Zapatero ya ha dicho que defenderá los intereses de las empresas españolas en América Latina y que estaría muy interesado en "colaborar" en la reforma energética. Hay que decir que, entre otras empresas, Banco de Santander y BBVA tienen una importantísima participación en México controlando sectores financieros del país. Por ejemplo, el 30% de los beneficios del Banco de Santander provienen sólo de la explotación en América Latina, el resto de las ganancias de España y Europa.

La corrupción política

El Estado mexicano es un estado corrupto en casi todas sus formas. La organización del poder está de tal forma organizada, que el funcionamiento del Estado lleva consigo la compra de puestos de altos y bajos funcionarios, de actividades, de gestiones de todo tipo. Pagando a grupos y sectores de poder, con el clientelismo político, se engrasa la maquinaria administrativa y policial del Estado. Todo se compra. Hasta los puestos de maestros de la enseñanza primaria se venden. No es raro por tanto, que hasta los taxis sean ilegales, muchos de ellos. La prensa mexicana suele reflejar estos casos, como por ejemplo, el de un taxista que actuaba por su cuenta y que tenía el interior estampado de fotografías con personajes políticos y famosos. En un país en que cada cual vive en la precariedad, la lucha por la supervivencia se convierte en algo natural que permite el clientelismo, la venalidad, la corrupción.

El sistema legal de partidos es la misma cosa. En el periódico "La Jornada" un articulista escribía acerca del Partido del Trabajo y los problemas internos que tenía: "la existencia de una legislación que garantiza el monopolio de la representación política en los partidos les asigna para su funcionamiento recursos millonarios, les hace innecesario rendir cuentas a sus votantes y ha hecho de todos los institutos políticos campo de batalla entre sus dirigentes". (Luis Hernández Navarro, "La Jornada" 05/08/08)

La izquierda parlamentaria no se libra de estos problemas; tanto el PRD, como el PT, tienen recursos interpuestos por fraude en sus congresos internos. Los sindicatos más de lo mismo. En este estado de cosas la clase trabajadora, los desempleados, los más pobres, se ven desamparados y en muchos casos desmoralizados. La lucha por la supervivencia, la falta de un partido revolucionario honesto, les hace estar huérfanos ante las agresiones del Estado y de la burguesía. El mismo hecho de que los grupos autoorganizados para combatir la privatización del petróleo estén fuera de los canales de los partidos llamados de izquierda muestra bien a las claras esta situación. La inexistencia de una izquierda revolucionaria con entidad organizativa e implantación social agrava más el problema.

27 de octubre