Venezuela - Chávez, ¿"Aliado" de las clases pobres o defensor de los poseedores?

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junio 2006

El Presidente Chávez empieza su octavo año a la cabeza de Venezuela, y como en diciembre tendrá lugar una nueva elección presidencial, probablemente prolongue su mandato seis años más. Después de haber abogado por un "capitalismo con rostro humano", se dice en adelante partidario de un "socialismo del siglo XXI".

Declaraciones de este tipo levantan simpatía en los medios alter mundialistas y dentro de ellos, en la extrema izquierda, para quien el "chavismo" ha relevado al castrismo o al sandinismo, pasados de moda hoy. Hablando de su "socialismo", Chávez dice que este "socialismo será bolivariano, venezolano y latinoamericano", afirmación sazonada de expresiones religiosas: "capitalismo, que es la carretera del infierno, o socialismo, para los que quieren construir el Reino de Dios sobre la tierra". O también: "Entre los elementos que podrían definir el socialismo del siglo XXI, (...) la primera característica es el elemento moral. Es necesario comenzar por eso, por la conciencia, por la ética. El Che escribió mucho sobre moral socialista. Cualquiera que sea la visión del mundo que se tenga, es necesario apropiarnos de nuevo del sentido ético de la vida. Lo que digo aquí tiene, sin duda, mucho del cristianismo: "amaos los unos a los otros" o "ama a tu prójimo como a ti mismo" Realmente se trata de ésto: de la solidaridad con el hermano, de la lucha contra los demonios que el capitalismo ha sembrado: el individualismo, el egoísmo, el odio, los privilegios".

Que este lenguaje agrade a las masas pobres del país en relación a la cínica brutalidad de los medios políticos dirigentes es una cosa. Pero que agrade a una parte de la extrema izquierda, juzga sobre todo a esta última. ¿Pero, de dónde le viene el crédito del que Chávez se beneficia entre las masas pobres? ¿Cuál es su política?

La herencia del pasado

Después de diez años de dictadura militar (1948-1958), y más aún puesto que, en cerca de cincuenta años, entre 1909 y 1958, ¡el ejército estuvo directamente en el poder durante treinta y cinco años! Venezuela pasó a ser en 1958 una democracia parlamentaria inspirada en el sistema de Estados Unidos, con dos partidos burgueses gobernando en alternancia: Acción democrática (AD), partido socialdemócrata vinculado a la Internacional Socialista y a la principal organización sindical, la Confederación de los Trabajadores Venezolanos (CTV), y el Comité de Organización para Elecciones Independientes (COPEI), formación demócrata-cristiana vinculada a la Iglesia. Este sistema, reservado a AD y COPEI, se proponía impedir una vuelta de los militares, y también descartar al Partido Comunista, sin embargo en primera fila de la lucha contra la dictadura.

A nivel económico, país mono productor de cacao en el siglo XVIII y de café en el XIX, Venezuela se había vuelto, en 1925, uno de los principales países exportadores de petróleo, en primer lugar en beneficio de los Estados Unidos (proporciona hoy aún un 10% de sus necesidades de petróleo). Para alimentar su presupuesto, el Estado siempre ha gravado las exportaciones y depende pues de los precios mundiales: cuando éstos caen, las dificultades estallan.

Los ingresos del Estado aumentaron considerablemente con la crisis petrolífera que hizo subir los precios del petróleo de 1973 a 1983. De cada dólar de petróleo exportado, 80 céntimos iban entonces a la caja del Estado. El Presidente de este período, Carlos Pérez (AD), soñaba con la idea de una "Gran Venezuela", pero el maná petrolífero no permitió sacar al país de la dependencia de una casi mono producción (exportaba también hierro); fue sobre todo el reino del dinero fácil para las clases poseedoras y la pequeña burguesía que giraba alrededor. Construcción rima con corrupción. La caída de los precios del petróleo trajo dificultades que los poseedores iban a hacer pagar a las clases pobres.

Un sistema en quiebra

El sistema estalló a la vuelta de Pérez a la Presidencia en 1989. Éste tenía a su favor la nacionalización del petróleo y el hierro, en 1976, y su promesa de mantener la intervención del Estado en la economía. Realmente, la nacionalización había transformado la compañía petrolífera en una multinacional que creaba filiales en el extranjero, como las gasolineras Citgo en los Estados Unidos, para repatriar el menor dinero posible. Por cada dólar exportado, el Estado ya no recuperaba más que 20 céntimos, de ahí un mayor endeudamiento del Estado y el crecimiento de la miseria en las clases pobres.

Presionado por el FMI (Fondo Monetario Internacional) para reducir esta deuda, Pérez privatizó poco más o menos todo y suprimió el control de los precios. Las tarifas públicas aumentaron así del 30% al 100%. Ello desencadenó cinco días de levantamientos en febrero de 1989, llamados el Caracazo y que afectaron a las grandes ciudades del país. La población saqueó los supermercados. Para reprimirla, Pérez movilizó a la guardia nacional y también al ejército. El Gobierno reconoció 287 muertes pero hubo entre 1000 y 1.500 y miles de heridos. Pérez continuó con la parte fundamental de su política y las huelgas y manifestaciones se multiplicaron. Los políticos no mantenían ya el orden y ello invitaba al ejército a volver de nuevo a escena.

Dos golpes militares

El 4 de febrero de 1992 tuvo lugar un primer golpe. Los oficiales golpistas hablaban de "construir una verdadera nación" y denunciaban "la incapacidad del Gobierno para combatir la corrupción". Los militares querían que la población se alzase y no lo lograron en Caracas. Renunciaron "por el momento", según la declaración del teniente coronel de paracaidistas Hugo Chávez, a los 38 años, aparecía por primera vez públicamente, a la cabeza de su "Movimiento Bolivariano Revolucionario" (MBR), creado diez años antes. Lo encarcelaron pero en adelante fue conocido por todos. El 27 de noviembre de 1992, el MBR lanzaba otro golpe que resultó igual de corto. Se detuvo a 1.200 militares, de los cuales 500 eran oficiales. Pero al año siguiente, Pérez abandonaba la Presidencia, tras un escándalo que reveló su corrupción. Su sucesor, Rafael Caldera, ex dirigente del COPEI, se hizo elegir presentándose como "independiente" de los partidos. Elegido, prosiguió la política de Pérez pero puso en libertad a Chávez.

La explosión de la miseria

Las privatizaciones habían devastado a la sociedad. Entre 1988 y 1997, el número de empleos disponibles disminuyó un 15%. En 1999, el número de trabajadores que vivían de pequeños trabajos, de trabajo en negro, representaban un 53% del total de los empleos, contra un 34,5% en 1980. El salario mínimo había bajado dos tercios de su valor entre 1978 y 1994. ¡Los presupuestos sociales del Estado disminuyeron un 40% entre 1980 y 1994, pero los de la educación y vivienda el 70%!

Entre 1984 y 1995, la población que vivía bajo el umbral de pobreza subió del 36% al 66%. La parte de renta del 40% más desfavorecido pasó del 19,1% al 14,7%, mientras que la de los ricos aumentó de un 21,8 al 32,8%. En 1987, el 5% más ricos disponían de rentas 42 veces superiores a las del 5% más pobres. ¡Diez años más tarde, eran 53 veces superiores!

Esta degradación general pesaba también sobre la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV), que apenas se había opuesto a las privatizaciones. Entre 1988 y 1995, el porcentaje de sindicados disminuyó a la mitad, cayendo al 13,5%. Había, no obstante, trabajadores combativos a los que pretendían reclutar los militantes de Causa R (Causa Radical), organización salida del Partido Comunista en los años setenta y que se inspiraba en el Partido de los Trabajadores de Brasil. Su militancia, en algunas fábricas o en los barrios de chabolas, les valió algunos éxitos electorales cuando se presentaron a las elecciones a principios de los años noventa. Más tarde suscribirían a Chávez.

Gruñidos en el ejército

Los círculos dirigentes del ejército eran tan solidarios del sistema que el Parlamento nombraba a los oficiales superiores. La corrupción y el clientelismo habían multiplicado los puestos de oficiales: ¡con un número menor cinco veces de soldados que el ejército brasileño, Venezuela contaba con 133 oficiales generales en relación a 116 en Brasil! En cambio, los oficiales subalternos salidos de las capas populares impugnaban el sistema. Chávez y sus prójimos eran la primera generación de oficiales con estudios universitarios. Su jerarquía les había fomentado conservar el contacto con la sociedad civil. Ello los había politizado.

Después de haber creado el MBR en 1982, Chávez tuvo, por ejemplo, contactos con ex guerrilleros como Douglas Bravo, ex miembro del Partido Comunista llevado a una lucha política más clásica después de años de guerrillas estéril. El hermano de Chávez era miembro de su PRV (Partido de Revolución Venezolana). Estos vínculos se rompieron, antes del golpe, cuando Bravo comprendió que Chávez y los militares rechazaban cualquier control por parte de civiles.

Chávez sobre la rutadel poder

A su salida de prisión, Chávez se lanzó a la lucha política, buscando dirigirse a las clases más pobres, en su mayoría mestiza como él, y también negras o indias. Exaltaba la fibra nacional refiriéndose a Simón Bolívar, héroe de la independencia de Venezuela (1830) y a su inspirador Simón Rodríguez, pero también a Ezequiel Zamora, dirigente de un movimiento de campesinos contra los grandes latifundistas (1847). ¡Chávez toma prestadas citas de Jesús, Rousseau, Hugo, Neruda, Guevara, Marx o Trotsky!

Se alía también con un viejo político, Luis Miquilena, metido en todas las maniobras y conocido de los medios financieros. Éste lo apoyó hasta 2002. En 1995, cuándo un miembro del MBR consiguió ser elegido gobernador, Chávez decidió lanzarse a la campaña presidencial. El MBR tuvo que cambiar de nombre y se volvió entonces el MVR (Movimiento por la V República, siendo la IV la de 1958). Para su campaña, recibió el apoyo financiero de aseguradores, promotores y empresas de comunicación y también de bancos españoles. Lanzó también un "Polo patriótico" asociando al MVR a pequeños partidos que, como Causa R, se habían beneficiado del desgaste de los dos partidos tradicionales.

Cercana la elección presidencial, temiendo un éxito de Chávez, los dirigentes de los partidos tradicionales decidieron probar al electorado adelantando las elecciones locales. El MVR de Chávez obtuvo buenos resultados; AD y COPEI presentaron finalmente a un único candidato, pero eso no impidió a Chávez triunfar con un 56% de los votos contra el 39,9% de su rival. Seis años después de su golpe de Estado fallido, se elegía al antiguo oficial golpista por sufragio universal. El rechazo de sus adversarios de toda reforma de la Constitución había cavado un surco. Esta propuesta resonaba en sus electores de los barrios populares como una señal de esperanza.

Un anti imperialismo limitado

El Presidente venezolano denuncia, de manera a veces provocante, la política exterior de los Estados Unidos. Apenas llegado al poder, en 1999, Chávez hizo la gira de los países productores de petróleo. Con este motivo, se entrevistó tanto con los monarcas del Golfo Pérsico como con el libio Gadafi y el iraquí Saddam Hussein. Estableció también vínculos con Castro. En consecuencia, como muchos otros, denunció las intervenciones americanas en Afganistán e Irak.

Los Estados Unidos denunciaron las "malas compañías" de Chávez, acusándolo también de apoyar a la guerrilla de las FARC en Colombia, en la medida en que el ejército venezolano no participaba ya en la represión de estas guerrillas. Washington le reprocha su alianza económica con Castro, ALBA, que permite a Cuba escapar en parte al embargo americano disponiendo así de todo el petróleo del que tiene necesidad. A cambio de lo cual Venezuela se beneficia del apoyo cubano en el ámbito de la salud y la educación.

Chávez busca también establecer alianzas económicas con los otros dirigentes sudamericanos, lo que desagrada en Washington. Así Venezuela se adhirió al Mercosur, este mercado común de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay desde 1991. Por su parte, los Estados Unidos intentan promover, por el momento sin éxito, la ALCA, la alianza económica que les permita establecerse en todo el continente americano.

Pero algunas de las declaraciones de Chávez, según las cuales le sería más fácil entenderse con un presidente americano demócrata, indican que no busca a toda costa la ruptura con los Estados Unidos. ¡Incluso ha elogiado la Alianza para el progreso, iniciada por John F. Kennedy en los años sesenta y destinada en la época a impedir el contagio de la revolución cubana en los otros Estados sudamericanos!

Y por otra parte, en sus relaciones con el FMI, Chávez paga escrupulosamente el reembolso de las deudas de sus antecesores. Del mismo modo, sigue siendo el proveedor concienzudo de hidrocarburos de las compañías petrolíferas americanas, cuyos suministros no se pusieron en entredicho y cuyos contratos se renegociaron sin ruptura. El único cambio notable, pero legítimo, es que estas compañías deben en adelante pagar impuestos un poco más consecuentes que antes. Y si Chávez ofrece ahora a tres Estados estadounidenses fuel barato, también felicitó al trust americano Chevron-Texaco, tras la inauguración de una nueva plataforma de explotación de gas venezolano, presentando a Estados Unidos como un "aliado estratégico".

Chávez en posiciónde árbitro

Entrado en función en 1999, Chávez obstaculizó a sus adversarios al Parlamento lanzando un referéndum para una Asamblea Constituyente, el cual ganó. El método de escrutinio de la nueva asamblea permitió a su "Polo patriótico" arrasar con 121 de los 131 escaños e imponer su Constitución. Ésta tenía en cuenta a las minorías indígenas e invitaba a la población a manifestarse en la vida pública, predicando una democracia participativa. Reafirmaba también la responsabilidad del Estado en cuanto al alojamiento, educación o salud. Concedía el derecho al voto a los militares y suprimía el control del Parlamento sobre sus nombramientos. El peso del ejército salía reforzado.

Los poderes del Presidente también. Éste podía legislar en cualquier ámbito, tras acuerdo del Parlamento. Para reducir a sus opositores, se suprimieron el Senado y la financiación pública de los partidos. Ello implicó nuevas elecciones en 2000. Chávez hizo aprobar por referéndum su Constitución, plebiscitada al 71%. Aumentó su ventaja volviendo a poner en juego todos los puestos elegidos, incluido el suyo. Ganó la presidencia por un 59% contra un 38%. AD conservaba veinte diputados, el COPEI ninguno.

Los hombres de Chávez, militares o civiles del MVR, se distribuyeron los puestos pero el aparato de Estado no cambiaba. Retomó incluso como Ministro de Hacienda al titular del puesto antes de 1998. El nuevo Presidente no tenía ninguna intención de acabar con la dictadura del dinero atacando la propiedad privada de los medios de producción, cuyo derecho "inalienable" se reafirmaba en su Constitución. Ello no impidió a la oposición, a los poseedores, a los políticos caídos, a los dirigentes del petróleo, a la burocracia sindical, unirse para intentar volver a conseguir el poder. No pudiendo apenas expresarse en la Asamblea, lo harían en adelante a través de los medios de comunicación, la mayoría entre sus manos.

Tres veces plebiscitado en dos años, Chávez, como otros dirigentes de América Latina antes que él, el argentino Perón por ejemplo, se encontraba en posición de árbitro de un juego político que oponía por una parte al imperialismo -sobre todo norteamericano- y los privilegiados, y del otro, las clases pobres y sus aspiraciones a una vida más digna. Para guardar el mando el nuevo Presidente se basaba en el ejército y se proponía hacer concesiones a las masas pobres.

Aunque apenas dispusiera de medios financieros a su llegada, pues sus antecesores habían vaciado las cajas y el precio del barril de petróleo estaba por los suelos, establece una relación directa con la población para explicar lo que hacía o no. Por ello se lanzó la emisión de televisión, "Alo, presidente", dónde responde cada semana a las preguntas de los telespectadores, lo que contribuyó a reforzar su influencia personal.

Desde los primeros días, pretendió restaurar el papel de protección social del Estado. Su Constitución tenía en cuenta a las madres de familia que crían solas a sus hijos o a los trabajadores en negro, integrados a la Seguridad social. Distribuyó comida y busca reactivar programas de educación, salud y alojamiento. Esto fue el "Plan Bolívar 2000": se movilizó a 40.000 soldados para la sanidad, los transportes públicos y el alojamiento. Por ejemplo, Chávez decidió suprimir los derechos de inscripción que impedían el acceso a la escuela de los colegiales de los barrios pobres. Debió pronto acogerse a 600.000 escolares. No teniendo con qué construir nuevas escuelas, liberó locales en los cuarteles e incluso en el palacio presidencial. Y pidió a los profesores jubilados reanudar el servicio.

Enseguida capitalizó los vínculos así creados. En julio de 2001, reactivó el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR) e invitó a la población a crear "círculos bolivarianos", que recordaban a las "unidades básicas" del peronismo argentino. Impulsó también a múltiples asociaciones destinadas a defender distintos intereses particulares, desde pensionistas a vendedores ambulantes.

Una tentativa de reforma agraria

En noviembre de 2001, Chávez, con el aval de los diputados, promulgó 49 leyes, una de las cuales era la "ley sobre la tierra".

¡Una reforma agraria radical era, efectivamente, necesaria en un país donde un 5% de los propietarios controlaban un 80% de la tierra, donde ocho familias se repartían tierras que equivalían en superficie a dieciocho veces la de la capital Caracas! Estos propietarios, que se embolsan desde siempre las ayudas del Estado, favorecían la exportación con destino a los grandes trusts agroalimentarios, e ironizan sobre las tierras que permanecen en barbecho, mientras que la población rural, 3,5 millones de personas sobre 25 millones de habitantes, viven el 86% en la pobreza. ¿Cómo podría ser diferente cuándo un 75% de los campesinos comparten sólo un 6% de las tierras?

De pronto un 70% de los productos alimentarios son importados. La idea de Chávez era volver productivas las tierras abandonadas y poner a trabajar en ellas a los campesinos sin tierra. La reforma agraria proyectada debía comenzar por un gran inventario de la propiedad de las tierras, alguna de las cuales fueron simplemente robadas al Estado por los grandes propietarios. Preveía también gravar, por inactividad, a los propietarios que utilizasen menos de un 80% de sus tierras.

El simple anuncio de esta ley agraria, debido al proyecto de impuesto, bastó para desencadenar la cólera de los grandes propietarios, inmediatamente transmitida por los dirigentes de la compañía nacional petrolífera, sostenidos por la burocracia sindical del CTV que lanzó una huelga al final del año 2001. Esta agitación iba a conducir al golpe de Estado de abril de 2002.

La población se oponea los privilegiados

Del 13 al 14 de abril de 2002, Venezuela fue en efecto el teatro de una revocación de la situación. Al término de una semana de agitación de sus adversarios, Chávez fue depuesto por un golpe de Estado conducido por el Presidente de Fedecamaras (la confederación patronal), Pedro Carmona. Los Estados Unidos se congratularon demasiado rápidamente por este "nuevo triunfo de la democracia" ya que, cuarenta y siete horas después, Chávez era traído a la cabeza del Estado por el ejército y una movilización masiva de las capas más pobres de la capital.

Este fracaso no desalentó a la oposición que se lanzó a un segundo abuso de autoridad en diciembre de 2002, del que los dirigentes de la confederación sindical CTV fueron los artesanos. Lanzaron una nueva huelga del sector petrolífero para cortar los víveres al régimen paralizando la producción de petróleo bruto, lo que llegaron a realizar inicialmente, reduciendo a cero los medios del régimen de su adversario.

Este boicot se extendió a la marina mercante, a los bancos, al comercio y a una parte de la administración. Iba a continuar a principios del año 2003 y a durar dos meses. ¡Para implicar al personal de sus empresas en una huelga cuyo objetivo consistía en hacer caer a Chávez, los patronos pagaron los días de huelga! Pero, una vez más, Chávez recibió el apoyo de los "círculos bolivarianos" y de los trabajadores combativos opuestos a la burocracia del CTV. Con la ayuda de los pensionistas de la compañía petrolífera, ésta se reactivó, lo que hizo fallar este abuso de autoridad.

Así pues, en dos ocasiones, en circunstancias dramáticas, Chávez se benefició del apoyo de las clases populares, movilizadas en gran número, y en todo el país. Pues, incluso si Chávez apenas había cambiado la vida diaria de los más necesitados, estaba claro que la vuelta de los partidarios del antiguo sistema sólo prometía más miseria. Pero es igualmente notable que en cada una de las maniobras abortadas de la oposición, Chávez se sirvió de su crédito en las masas populares no para alentar y ampliar su movilización sino al contrario para frenarla y tratar con toda consideración a la oposición.

Medidas limitadas a favorde las clases populares

Una de las prioridades de Chávez era restaurar los ingresos petrolíferos del Estado. Para eso, el Ministerio de Energía y Minas debía reanudar sus prerrogativas sobre la compañía petrolífera, PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.). Al contrario de lo que había pasado en años anteriores, Venezuela volvió a ser activa en la OPEP, la Organización Internacional de los Países Exportadores de Petróleo. Las sucesivas derrotas de la oposición terminaron por reforzar la posición de la administración chavista, a la cabeza de esta industria. En 2003, para volver a tomar el control, despidió a 18.000 de 42.000 empleados de la compañía petrolífera, de los cuales el 80% eran cuadros. En 2004, el mismo responsable chavista acumulaba los puestos de Ministro de Energía y Petróleo y de Presidente de PDVSA.

Si a la llegada de los chavistas, el precio del petróleo era sumamente bajo, desde 2001 no dejó de aumentar, pasando de 20 dólares el barril a 45 dólares en la actualidad. Al mismo tiempo, la tesorería del Estado se vuelve floreciente y Chávez pudo proseguir los gestos que se proponía hacer en dirección de las clases pobres.

La reforma agraria comenzó realmente en 2003. En la práctica, la redistribución de las tierras se refirió esencialmente a las del Estado. Un primer balance indicaba, para este primer año, que entre 60.000 familias se habían repartido un millón de hectáreas. La distribución de las tierras se acompañaba también del acceso a microcréditos bancarios, entrega de máquinas y herramientas agrícolas a las cooperativas, asistencia técnica, construcción de silos y comercialización de los productos.

Era más lenta y limitada en tanto más chocaba con la resistencia de los grandes propietarios, que no dudaron en hacer asesinar por sus mercenarios a más de 120 campesinos, y con las autoridades locales, generalmente cómplices de los poseedores.

En 2003 también se establecieron varias "misiones especializadas". Concernían a la alfabetización (1,25 millón de adultos aprendieron así a leer y escribir), a la enseñanza (3.000 escuelas construidas en zonas rurales; el número de niños escolarizados aumentó un 25%), a la medicina de barrio (con el apoyo de varios millares de médicos cubanos, la educación deportiva y el deporte de alto nivel, también con la ayuda de Cuba).

Un 60% de la población se benefició de esta forma de cuidados gratuitos. Hubo campañas masivas de vacunación en los sectores más pobres. Venezuela redujo su tasa de mortalidad infantil. El presupuesto del Estado permite proporcionar comida a bajo precio a las familias más pobres. Se formaron 70.000 cooperativas. Y 5.000 Comités legalizan la situación de los que vivían hasta entonces en los barrios pobres sin títulos de propiedad. Se liberaron algunos créditos, aún insuficientes, para reparar los alojamientos existentes o construir nuevos. Todo esto es apreciado por la población, pero guarda un carácter limitado: representantes de Arabia Saudita, que nadie calificaría de progresistas, vinieron a estudiar el funcionamiento de los centros médicos de barrio con el fin de ensayar la posibilidad de adaptación para su país.

Nueva ofensivade los poseedores...

Después de los sucesivos fracasos en sus tentativas de descartar a Chávez por alzamiento, tentativas que más bien habían obtenido el efecto opuesto puesto que, cada vez, el crédito de Chávez había salido ampliado, la oposición se volvió hacia el terreno electoral.

Agrupada en una "Coordinación democrática", pretendió obtener un referéndum sobre el tema: ¿"Es necesario destituir a Chávez?", a lo que proponían responder que sí. La constitución chavista ofrecía efectivamente esta posibilidad. Para ello, era necesario recoger una determinada cantidad de firmas en la población. La oposición se lanzó a esta recogida, explicando al mismo tiempo que nunca el Presidente venezolano la aceptaría.

Para perjuicio de esta oposición, Chávez afrontó el reto y el referéndum tuvo lugar el 15 de agosto de 2004. Fue un nuevo fracaso de la oposición. El electorado se movilizó más allá de la participación habitual. Con cinco millones de "no", Chávez mejoraba con dos millones de votos su resultado presidencial. A las elecciones de los gobernadores y alcaldes que siguieron, los "chavistas" consiguieron 19 de los 21 puestos de gobernadores y la mayoría de los ayuntamientos. No quedaba ya a la oposición más que gritar que había sido fraude electoral, aunque los observadores enviados por Washington validaron los resultados.

Pero después del referéndum, Chávez no pretendió profundizar en su victoria. Por una parte, habla a favor de las clases pobres de "profundizar el proceso" y de "revolución en la revolución", pero también multiplicó los encuentros con los representantes de la oligarquía, explicando que buscaba el contacto con "la oposición seria" con el fin de reforzar "la unidad nacional". Estos contactos consiguieron la supresión, por los diputados, del impuesto sobre los activos de las empresas y la creación de un fondo de garantía para los préstamos de los patronos a la banca privada o para el reembolso de impuestos de la patronal del sector de las exportaciones.

Por otra parte, grupos potentes - el grupo multimedia de Gustavo Cisneros, que había orquestado el golpe de Estado de 2002, y el grupo agroalimentario Polar de Lorenzo Mendoza - se beneficiaron de acuerdos con Brasil, fruto de las asociaciones económicas con los países vecinos. Del mismo modo, Chávez ayudó al Estado ecuatoriano "a poner fin a la reducción drástica de producción de petróleo" causada por huelgas en este país, suministrándole petróleo. La gran patronal recibió el mensaje. Al Chávez que declara: "no está en nuestras intenciones perseguir a la propiedad privada", el portavoz de la patronal le hace eco: "en Venezuela, no existe ninguna amenaza contra la propiedad privada".

... Y nuevos gestos hacialas clases populares

Las invitaciones de Chávez a la población para encontrar una solución a sus problemas también dieron algunos frutos en la clase obrera. Los sindicalistas que se oponían a la burocracia del CTV, y que habían sostenido a Chávez en el momento del boicot de la compañía petrolífera, terminaron por organizar una nueva central sindical, la UNT (Unión Nacional de los Trabajadores). La nueva central ejerce cierta presión para que los salarios tengan en cuenta la inflación. Últimamente, se moviliza también sobre las reactivaciones de empresas abandonadas por sus propietarios, una nueva iniciativa del régimen inspirada por las "reanudaciones" en Argentina, donde se transformaron empresas abandonadas por sus dueños en cooperativas.

En enero de 2005, se realizó un nuevo decreto de aplicación de la reforma agraria. Chávez habla en adelante de "guerra al latifundio", sinónimo de gran propiedad improductiva, para decir que se propone ocuparse de las tierras improductivas de los grandes propietarios. Pero la distribución de esas tierras permanece limitada. Encuentra resistencias por parte de los grandes propietarios así como de las autoridades locales, cómplices de los poseedores. En 2005, la reforma agraria se extendió a 120.000 familias y dos millones de hectáreas, de treinta millones sin explotar. Esto queda lejos de la reforma agraria cubana que, siendo una isla ocho veces más pequeña que Venezuela, había afectado a 1,2 millón de hectáreas a partir del primer año.

En febrero-marzo de 2005, distintos movimientos campesinos dirigieron al Presidente venezolano algunas de sus quejas sobre la ley agraria: "No se aplicó como se debe, entre otras cosas debido a las maniobras de malos funcionarios, del centralismo del Estado, de las debilidades de la propia ley, de la inexistencia de espacio que permitiera al movimiento campesino participar efectivamente en las instancias previstas por la ley". O también: "la ley sólo permite expropiar las tierras de más de 5.000 hectáreas sin explotar". Los campesinos criticaron al Instituto Nacional de las Tierras (INTI), acusándole "su lentitud y su burocracia. Los latifundistas transforman bosques enteros en tierra antes de que el INTI tome una decisión. Además, el Instituto distribuyó semillas defectuosas". Numerosos campesinos que tomaron directamente tierras se quejaban "debido a que los jueces locales están del lado de los grandes propietarios y utilizan a la policía local para expulsarlos".

Para el Presidente chavista de la Comisión de Finanzas "nuestra revolución de carácter socialista no pretende suprimir la propiedad privada, sino solamente obtener que cohabite con las nuevas formas de producción de carácter social". Pero su "propiedad privada", o más exactamente los grandes propietarios de ninguna manera se proponen "cohabitar" con cualquier tentativa que pueda limitar sus prerrogativas.

Los poseedores siguen pues sacando provecho de todo, incluida su política social, puesto que el Estado pide prestado al banco. Chávez se preguntó sobre la conveniencia de gravarlo, pero nunca se ha cuestionado renacionalizar el sistema bancario. Y se pudo entender al portavoz de la banca privada al declarar que "el banco privado había realizado en 2004 una subida de sus beneficios del 42% con relación al capital puesto en movimiento, no existiendo tal beneficio en ningún otro sector del país".

La extrema izquierda y la "revolución bolivariana"

Estas son las razones por las que las posiciones adoptadas por algunas corrientes del movimiento trotskista, como la LCR u otras, como una de las ramas resultantes de la ex corriente británica Militante, constituyen un verdadero contrasentido político, puesto que fomentan finalmente a las masas trabajadoras a seguir manteniendo ilusiones sobre la acción de Chávez, allí donde sería necesario más bien disiparlas.

Así pues, el 17 de noviembre pasado, un artículo aparecido en Rojo, titulado "Un proceso revolucionario", firmado por tres militantes, uno de los cuales François Sabado, miembro de la dirección de la LCR, respondía a un militante de la Liga que había expresado en Rojo una opinión más crítica de la acción del Presidente venezolano, ("superar el capitalismo o romper con él", aparecido el 27 de octubre de 2005), que su gobierno era un "gobierno reformista consecuente" y que era necesario "aprender de la dinámica bolivariana ".

En una época en la que las corrientes reformistas, en el mejor de los casos, acompañan la protesta de aquellos trabajadores que intentan mantener lo que pudo adquirirse en las luchas del pasado, sin pretender movilizar seriamente contra las oleadas de ataques contra la clase obrera, se pregunta lo que la expresión "reformista consiguiente" quiere decir. A menos que se trate sólo de calificar los programas sociales del Estado venezolano, el cual ha renovado cierta protección social - ciertamente al contrario de lo que se practica actualmente, dónde los estados buscan por cualquier medio desembarazarse de ésta- pero en la antigua tradición burguesa, para quien la protección social tenía por función frenar el conflicto popular. El Presidente del grupo parlamentario chavista, por otra parte, no dijo otra cosa declarando el 26 de diciembre pasado que "los jefes de empresas pueden venir [ a Venezuela ] porque no hay que temer explosiones sociales, a los pobres se les ayuda y hay seguridad y estabilidad política".

La LCR no ha caracterizado aún al Estado de Chávez como un Estado socialista, quizá porque el mismo Chávez dice que "Venezuela no es un país socialista". La Liga considera que "Chávez no desvía la combatividad de las masas, él les da un principio de salida política y les pide movilizarse ante las torpezas burocráticas y clientelismos, heredados del antiguo régimen o perpetuadas por sectores oportunistas y burocráticos del chavismo. Tengamos cuidado con no equivocarnos de adversario: Chávez es un aliado hoy".

Una vez más, tal fórmula justifica el seguidismo tradicional de estos camaradas frente a dirigentes nacionalistas que intentan aflojar las garras del imperialismo, pero evitando que la energía de las masas se convierta en la fuerza revolucionaria consecuente.

En el mismo artículo de Rojo, la LCR saluda la acción de los militantes de extrema izquierda venezolanos, entre los que se encuentran militantes trotskistas resultantes de la ruptura de la corriente morenista. A la llegada de Chávez al poder, estos camaradas habían elegido, bastante simbólicamente, "su autodisolución". Enseguida volvieron a levantar una organización revolucionaria y a participar activamente en la construcción de la central sindical UNT. Desde este verano, se reúnen en el Partido de la Revolución y el Socialismo (PRS), criticando algunos límites de la "revolución bolivariana".

La LCR en lugar de fomentar que se organizasen aparte, les invita a esperar aún para romper con Chávez: "sí, una organización enteramente independiente de la burguesía es necesaria para radicalizar el curso de la revolución" pero "no se construirá, en la etapa actual del proceso, externamente a la revolución bolivariana, aún menos en ruptura con esta última".

Según la LCR, el papel de los revolucionarios sería pues esperar - ¿qué y hasta cuando? - para expresar políticamente las aspiraciones del proletariado. Más bien al contrario, en un período en que la misma LCR dice que los "venezolanos adquieren la convicción de que son inevitables en la transformación del país", los trabajadores y el movimiento popular de Venezuela necesitarían, a nuestro modo de ver, más que nunca, una organización que les ayudase a desafiar a sus enemigos y también falsos amigos como Chávez.

Por supuesto, si el régimen de Chávez fuese amenazado de nuevo por los Estados Unidos o por un nuevo golpe de estado de los poseedores locales, sería normal para los trabajadores revolucionarios denunciar esa amenaza y oponerse. Pero ello no significa que sea necesario pintar de color de rosa el régimen de Chávez. Es necesario explicar que Chávez no es un revolucionario sin brújula sino un nacionalista burgués, por añadidura formado por el ejército; que su horizonte no es la emancipación de la humanidad; que sus aliados no son los proletarios y masas pobres de los países vecinos, sino los Jefes de Estado; y que no tiene de ninguna manera la intención de combatir el aparato de Estado ni de expropiar los grandes medios de producción.

Sólo de esta forma, organizándose aparte y constituyendo un polo de reunión para todos los oprimidos que aspiran a un cambio radical, la clase obrera y sus aliados pueden esperar aflojar las garras del imperialismo y de la burguesía nacional y abrir un camino hacia la emancipación de todo el pueblo de América Latina.

22 marzo 2006