Después de las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo

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Julio 2003

Las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo se han celebrado tras las más grandes manifestaciones realizadas en los últimos años contra la política derechista del gobierno del PP. La masiva respuesta de la población contra la guerra de Iraq, sumada a la huelga general del 20-J contra el "decretazo" del gobierno, y más recientemente, las protestas contra la actuación gubernamental ante el desastre del Prestige, había creado la esperanza en el PSOE e IU de un vuelco electoral a favor de la izquierda y una derrota del PP. Desde primera hora, Aznar y la izquierda habían planteado estas elecciones locales y regionales como una primera vuelta, como un ensayo de las elecciones generales de 2004, en las cuales se iba a dirimir y refrendar la política derechista de Aznar y la capacidad de los socialistas y de IU de recuperar, y en su caso superar, a la derecha. Finalmente, las expectativas despertadas por los socialistas e IU, ante el empuje de las movilizaciones, no han sido tales. El PP se mantiene, perdiendo por pocos votos y sólo hay una leve subida de la izquierda.

PSOE e IU no han dado a las movilizaciones populares otra salida que las elecciones

Tanto los socialistas como IU intentaban recuperar el porcentaje de votos perdidos en las anteriores elecciones, buscando su credibilidad de partidos progresistas, impulsores de las movilizaciones populares ante los ataques del gobierno de Aznar. La respuesta masiva de millones de personas era la gota que colmaba el vaso ante los continuos ataques, que de una manera flagrante, lleva realizando Aznar, y con un total desprecio ala población. Éste llevaba, desde el "decretazo", soportando la ira de millones de personas que se habían movilizado en contra de la política antiobrera del PP. Parecía que el gobierno Aznar ponía un circo y le salían los enanos. Medida tras medida, obtenía una respuesta contundente en la calle y en las empresas. Desde la muerte de Franco, nunca se habían sucedido en España, movilizaciones tan numerosas como las que se desarrollaron contra el "decretazo", el desastre del Prestige y la guerra imperialista en Iraq.

La primera agresión grave en contra de los intereses populares fue el llamado "decretazo", por el cual se obligaba a escoger puestos de trabajo a los parados, se abarataba el despido, se precarizaba el mundo laboral y se eliminaba el subsidio agrario de los jornaleros, el llamado PER (Plan de Empleo Rural), en Andalucía y Extremadura. La respuesta contundente fue la huelga general del 20 de junio del año pasado. Millones de trabajadores fueron a la huelga y se manifestaron en contra de estas medidas antiobreras y, posteriormente, volvieron a manifestarse en Madrid el 5 de octubre de 2002. La respuesta contundente de los trabajadores ha obligado a retirar parte de las medidas más duras del decreto, aunque los sindicatos han aceptado medidas del decretazo que precarizan el mercado laboral sin lograr retirarlo totalmente.

La segunda gran ola de movilizaciones ha sido la actuación ante la catástrofe del Prestige en las costas Gallegas. El desprecio, las mentiras y la incapacidad para resolver el problema hizo que millones de gallegos se echaran a la calle creando una plataforma, "Nunca Mais", para exigir la dimisión y responsabilidades a los políticos del PP. Galicia ha sido siempre el feudo de la derecha, con el franquista Fraga Iribarne de presidente de la Xunta gallega. Mientras el presidente de Galicia se divertía en una cacería, miles de voluntarios gallegos y de otras regiones empezaron, sin ninguna ayuda gubernamental a limpiar de chapapote las playas afectadas. Mientras que los pescadores salían a la mar a recoger e impedir la llegada del fuel.

La tercera gran respuesta popular fue contra la guerra imperialista de Iraq. Vino además acrecentada por la postura del gobierno Aznar de apoyo total a la política imperialista norteamericana de Bush. En un contexto de deterioro de la credibilidad del gobierno, la postura de éste al alinearse con el ataque imperialista de Bush, hizo salir a la calle a millones de españoles que ven como se le implicaba en una guerra de rapiña y cruel para llenar los bolsillos de los capitalistas.

En este contexto, las elecciones municipales se plantearon como el ensayo general de las parlamentarias que se celebrarán en el año 2004, donde mediría el desgaste del gobierno y la rentabilidad electoralista para la izquierda. Para Aznar, el reto fue plantear una campaña donde se pusiera en primer plano su política, tratando de agrupar y movilizar a los electores de derecha. Aznar y el PP ofrecen a la derecha la estabilidad y seguridad de una política que les beneficia; un partido fuerte, sin fisuras, liderado por un presidente sin contestación interna. Muchos habían creído ver, tras las manifestaciones contra la guerra, una reedición del vuelco socialista del 82. Pero esta vez la derecha tiene un partido consolidado con un liderazgo fuerte que permite mantener sus intereses. Sin embargo, Adolfo Suárez el presidente de UCD representaba a un partido en el cual una serie de barones luchaban por la hegemonía. En el caso del PP sólo Pimentel, entre los miembros del partido más conocidos, y antiguo ministro de Trabajo, había rechazado la postura de Aznar ante la guerra. Ante esta situación, Aznar, sólo podía actuar llevando a su electorado los temas recurrentes de la derecha: el terrorismo, el nacionalismo separatista, la inseguridad ciudadana y el espantajo rojo.

Por su parte, tanto el PSOE como IU, tras las movilizaciones habían fundado sus esperanzas electorales en una traducción mimética al voto de las movilizaciones, huelgas y manifestaciones. El caudal de votos perdido entre los trabajadores podía ser recuperado, y se lanzaron a la arena electoral ofreciéndose al envite de Aznar, recordando su política derechista del decretazo, el Prestige y la guerra a Iraq. Zapatero recorrió el país apoyando a sus alcaldables, preparando el recambio en las próximas elecciones generales, y Llamazares hizo lo propio buscando ser el partido determinante para unos futuros pactos con los socialistas. La izquierda, además, entraba a trapo de Aznar, planteando electoralmente los mismos temas que la derecha y con soluciones no muy distintas a las del PP. Sin discutir los problemas reales de la gente. Mientras tanto, la política local de cada Ayuntamiento y de cada Comunidad Autónoma se encontraba con los problemas no resueltos, y por lo tanto, se juzgaba también la política realizada por la izquierda. Los barrios obreros de las ciudades, en su mayoría, con marginación, inseguridad, paro, la especulación de la vivienda, la subida de precios etc., sufren estos problemas, a pesar de estar gobernados por la izquierda. Por mucho que la gente esté en contra de la actuación derechista del PP, a la hora del voto en una ciudad o en un pueblo se dirimía también lo que había hecho la izquierda en ese ámbito.

Resultados desesperanzadores para la izquierda

Los resultados han defraudado las expectativas soñadas tanto por el PSOE como por IU. El vuelco no se ha producido y el augurio de una caída en picado de Aznar tampoco. En votos totales de las municipales, el PP ha obtenido 7'7 millones de votos, y "para más inri", ha ganado en éstas más de 400 mil que en las municipales anteriores. El PSOE, por su parte, tuvo más 7'9 millones, más de 675 mil votos que en 1999. IU sólo ha ganado 2773 votos, más de 1'3 millones, y contando con Iniciativa en Cataluña, habría que sumarle 108 mil más. El PP se mantiene en sus feudos. Si pierde en favor de PSOE e IU, lo hace por la mínima, como en la Comunidad de Madrid que agrupa el cinturón obrero de la capital y un total de más de 5 millones de habitantes.

En Galicia se dirimían los votos del chapapote. Por primera vez en muchos años se había puesto en cuestión el dominio caciquil del ministro franquista Fraga Iribarne y del PP. Para muchos han sido una decepción estas elecciones. El PP se mantiene en sus feudos, se mantiene en Costa da Morte, la zona cero del desastre, aunque pierde votos en Rías Bajas. Pero si se ven los números totales de votos, por primera vez, el PP perdería la mayoría absoluta en la Xunta a favor del PSOE, del BNG y EG, la IU gallega. En el resto de Comunidades donde había elecciones se ha mantenido el PP.

Salvo la excepción de IU en Córdoba que aumentó considerablemente sus votos hasta estar cerca de la mayoría absoluta, en Cataluña o el caso de la comunidad de Madrid, y algunas ciudades, como Sevilla, la izquierda se ha visto defraudada electoralmente, pues esperaba recibir más votos. Podemos decir que los datos de las elecciones locales muestran un mantenimiento del PP y una leve subida del PSOE, que con la recuperación de votos de IU, se convierten en mayoritarios en muchas ciudades y pueblos. Pero las expectativas de vuelco y la influencia de las protestas no ha movilizado a la izquierda, que ve en los ayuntamientos como los problemas se mantienen con un equipo u otro de gobierno, de derecha o de izquierda. Sólo hay una explicación para esto: la política que lleva a cabo la izquierda no se diferencia a la que hace la derecha.

Se acrecienta la represión en el País Vasco y la división entre nacionalistas y españolistas

En el País Vasco, la prohibición de las candidaturas abertzales de la antigua HB, después EH, ha dejado sin expresión política a los más de 270 mil votantes de las anteriores municipales que lo habían hecho por EH. La consigna de voto, de este partido ilegalizado, ha provocado que haya entre las provincias vascas y navarra 153 mil votos nulos. Para tener sus buenos dividendos de votos en el resto de España, la política del PP, apoyada por el PSOE, hace que el País Vasco se divida en dos mitades: nacionalistas y no nacionalistas; abriendo cada vez más la zanja entre la población. La prohibición de EH y después de sus agrupaciones electorales, no sólo deja sin expresión política a un sector del pueblo vasco sino que enerva más la situación y propicia el aumento de votos de PNV y EA, que han salido reforzados de estas elecciones con un aumento del 10% de los votos. Pero Aznar sabe manipular el dolor legítimo del terrorismo para utilizarlo políticamente a su favor, impidiendo una salida política al problema nacionalista vasco.

La política del PP y del PSOE en el País Vasco utiliza el terrorismo como cortina de humo para tapar los problemas reales de los trabajadores, creándose la división entre nacionalistas y españolistas, dejando de lado los problemas del mundo del trabajo. Al unir el terrorismo con el problema político vasco, criminalizan a todo el sector de población que es nacionalista. Esta política que está pudriendo el problema en Euskadi, es utilizada demagógicamente por la derecha para atraerse el voto; el PSOE hace lo mismo. Esta política lleva consigo la represión a todo este sector nacionalista y a los presos vascos. Condenar el terrorismo de ETA tiene que llevar a su vez la condena más radical a la ilegalización y represión de los nacionalistas vascos.

La izquierda hace lo mismo que la derecha por consiguiente los trabajadores se abstienen

Concha Caballero dirigente de IU en Andalucía expresaba en un artículo el ánimo electoral de su partido el día después: "No se han cumplido los sueños ni las pesadillas" "...No se ha visto surgir el sorpasso juvenil y de izquierdas que dibujaban las recientes movilizaciones". José Blanco dirigente del PSOE reconocía que había más expectativas para los suyos que las que se han cumplido. Reconocía que mientras la derecha ha agrupado a su electorado los trabajadores se habían abstenido. Para la revista "Temas" dirigida por socialistas, antes de las elecciones veían las manifestaciones contra la guerra, como un trampolín para los políticos en las futuras elecciones. Y analizaba el futuro electoral como la oportunidad " ...para emitir una señal política suficientemente clara y inequívoca, que manifieste la voluntad de los españoles de salir de la pesadilla de la crispación y regresión sociohistórica a la que nos está conduciendo el PP". El futuro ha sido que la derecha se movilizó como si fueran generales y la izquierda no. Desde luego la señal política ha sido débil. Y hay muchas razones para serlo, pues la actuación de la izquierda deja mucho que desear en la defensa de los intereses populares.

El periódico "El País" al día siguiente de las elecciones, al hacer una semblanza de Trinidad Jiménez la candidata del PSOE en Madrid, señalaba su aguante ante una campaña en la que tuvo que "soportar broncas de electores decepcionados por la política y por el PSOE, su partido". Porque el problema para muchos trabajadores y habitantes de los barrios populares es la política que han hecho los socialistas durante sus años de gobierno, tanto en los municipios como en el gobierno central. En Sevilla por ejemplo, las quejas de los ciudadanos de los barrios populares han sido durante la campaña "vox populi". Por ejemplo, en el barrio de Su Eminencia, los vecinos reprochaban, en los coloquios y mesas redondas, a la izquierda su política; manifestaban como se han visto siempre tratados como "ciudadanos de tercera pagando impuestos de primera". Cuando llegan las elecciones van los políticos al barrio y empiezan a arreglar calles o a prometer la solución de problemas, que después olvidan para mimar a los constructores que especulan, o a las empresas que se les regala suelo, por ejemplo. Convierten las campañas locales en un circo de promesas que después olvidan. Para Paula Garvín, la representante de IU, sólo atinaba a decir que si ella gobernaba haría tal, y tal cosa y que los partidos y la democracia eran la única forma de resolver los problemas. Y todo esto en un barrio azotado por la droga, la delincuencia, la especulación y el paro desde hace años.

Las promesas llegan a un punto en el cual no se pierde la vergüenza en la manipulación de trabajadores. En el Ayuntamiento de Sevilla están los compañeros de Colaboración Social, que no tienen ni un mísero contrato precario, y que tendrán una jubilación mínima porque no cotizan. Todos son mayores de 50 años. Pues, dos días antes de las elecciones, la UGT convoca a una asamblea a los trabajadores para decirles que el mismo alcalde socialista que durante años no ha hecho nada por ellos, ha firmado con ellos la promesa de contratarlos para que coticen y puedan tener una pensión mínima. A cambio había que votarle. ¡Un alcalde que estaba en funciones y que no ha hecho nada durante los años de su mandato y que podía perfectamente contratarlos!

Estos ejemplos muestran que la política de Aznar es contra los trabajadores, pero que la izquierda no tiene nada que envidiar a sus propuestas y métodos. Las luchas obreras y populares muestran la combatividad de la clase trabajadora y también la falta de expresión política de izquierda que las represente. Como en Francia y en Austria o Alemania, los recortes sociales se avecinan, en concreto las jubilaciones. Las últimas luchas en España no han tenido más salida política que el electoralismo. Es la respuesta masiva de los trabajadores en la calle, con huelgas, manifestaciones y extendiendo cada vez más la protesta, la que realmente puede solucionar sus problemas. Las luchas llevadas a cabo contra la política de Aznar van a tener seguro, su continuidad, y sólo la respuesta masiva y radical del mundo del trabajo podrá frenar los ataques de la patronal y del gobierno.

Sevilla 30 de junio de 2003