En Siria, la guerra sigue

Yazdır
Marzo de 2018

El 10 de febrero, la aviación israelí llevó a cabo una operación en Siria. Una intervención militar más. Mientras que el Estado islámico ya no controla sino algunas posiciones aisladas, Siria se está convirtiendo en terreno de enfrentamiento entre las distintas fuerzas presentes en esa zona.

El 20 de enero el ejército turco lanzó una ofensiva, llamada “Ramo de olivo”, en la región controlada por las fuerzas kurdas, los YPG, aliadas se supone de EEUU. El 7 de febrero las tropas sirias pro-Assad intentaron cruzar el río Éufrates cerca de Deir ez-Zor para imponerse en el norte, en un territorio con recursos en gas y petróleo, controlado por las milicias kurdas y árabes del Frente Democrático Sirio (FDS). EEUU, que hasta ahora se habían conformado con avisos verbales contra la invasión turca, mandaron entonces su aviación y sus tropas para cortar el paso a los militares sirios.

Finalmente, el 10 de febrero, el ejército israelí bombardeó varias posiciones sirias controladas por Assad o su aliado iraní. Según el primer ministro Netanyahu, un dron supuestamente iraní habría penetrado el espacio aéreo israelí unas horas antes, provocando esa reacción inmediata.

Mientras tanto unos 400.000 civiles sirios, atrapados en Guta, un suburbio en el norte de Damasco, sufren un bloqueo terrible y los bombardeos mortíferos del ejército de Assad. Este, apoyado por sus aliados rusos, quiere volver a tomar el control de esa zona.

Después de actuar indirectamente a través de las distintas milicias, los gobiernos turco, iraní, israelí, sin olvidarse de Arabia Saudí que viene armando y apoyando las milicias sirias hostiles a Assad desde el 2011, se están enfrentando en Siria de manera cada vez más directa.

Cuando Rusia intervino en Siria en octubre de 2015, le hizo un favor a EEUU, en un momento en el que la expansión del Estado islámico dificultaba el control de la situación allí. Pero hoy en día EEUU quiere impedir que la derrota del Estado islámico desemboque en una victoria total del régimen de Assad, y sobre todo la consolidación de la influencia de sus aliados, Rusia e Irán. Por lo cual les viene bien las intervenciones de Israel y el juego de Arabia Saudí, mientras que Turquía intenta actuar por su cuenta.

El caso es que apenas terminada la guerra contra el Estado islámico, se está dibujando una nueva fase de la guerra en Siria, que amenaza con extenderse a los países vecinos. Es probable que la población tanto en Siria como en estos países siga pagando muy caro estas políticas imperialistas.