Detrás de Macron, apuntemos a los verdaderos amos de la sociedad

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 30 de mayo de 2023
30 de mayo de 2023

Desde el 20 de marzo, 80 preparadoras de pedidos de Vertbaudet, en el norte de Francia, están en huelga para reclamar un aumento salarial de 150 euros. Apenas superan el salario mínimo y, como millones de familias obreras, se enfrentan a la subida de los precios. Su patrón, un fondo de inversión dirigido por el hijo de Fillon (ex primer ministro francés), se ha negado a la más mínima subida salarial general y sólo les ha concedido primas, a pesar de que la empresa ha obtenido 11 millones de beneficios en 2022.

Amenazando con no pagar nada si los sindicatos mayoritarios no aprobaban estas migajas, la empresa obtuvo las firmas de los sindicatos FO y CFDT. Es el chantaje patronal de siempre.

Algunos trabajadores, apoyados por CGT, se negaron a ceder y se declararon en huelga, por su salario y su dignidad. Durante dos meses, el patrón lo ha intentado todo para doblegarlos: contratar a trabajadores temporales para sustituirlos, acudir a los tribunales, enviar a la policía para desalojar el piquete. La intervención de los antidisturbios mandó a un huelguista al hospital.

Mientras Macron habla de un proceso de descivilización, nos preguntamos ¿quién está siendo descivilizado en este caso? ¿Los trabajadores que luchan por vivir de su salario? ¿O a su patrón y a los antidisturbios que se oponen a este mínimo?

En cada etapa, el patrón ha encontrado el apoyo del Estado y del gobierno. Los macronistas no han dejado de denigrar a los huelguistas, acusándoles de no respetar un acuerdo mayoritario e incluso de amenazar la supervivencia de la empresa. En el mismo momento en que la policía desalojaba a los huelguistas, Borne recibía en Matignon a las confederaciones sindicales. ¡Este es su diálogo social!

No es de extrañar. El gobierno no es más que un felpudo de la gran burguesía. No cesa de deplorar la inflación, pero es incapaz de hacer nada al respecto. Ante los capitalistas que se enriquecen subiendo los precios, se contenta con hacer la vista gorda. A los trabajadores que luchan por evitar la miseria, les envía a su policía.

La inflación no es una calamidad natural. Los precios no suben por sí solos. Los fija la fracción más poderosa de los capitalistas -Total, Engie, cerealeras como Cargill, navieras como CMA CGM- que aprovechan la escasez creada por la guerra, los virus o la sequía para subir los precios y especular. Y cuando no encuentran una excusa, ¡se la inventan!

Frente a este auténtico chanchullo, el gobierno no ha querido ni siquiera recuperar una pequeña parte de esos beneficios excesivos mediante una fiscalidad excepcional. Lo único que ha hecho es mentir y presentar el blindaje tarifario de la electricidad y el gas como un regalo a los ciudadanos. No, el blindaje tarifario no es un regalo, es un pago aplazado del rescate impuesto por los grandes grupos. ¡Y tendremos que pagarlo mañana en forma de reembolso de la deuda!

El gobierno ha dejado que los grandes grupos energéticos nos roben el bolsillo. Les ha dejado estrangular a las pequeñas empresas con facturas multiplicadas por cinco o por diez. Y estos ladrones no son buscados por la policía, nunca serán llevados ante la justicia. Tienen la ley de su parte, la ley que defiende la propiedad privada y el derecho de la burguesía a gobernar toda la sociedad.

La burguesía reina suprema. Los empleos, las condiciones de trabajo y de vida, la forma en que comemos y viajamos, el aire que respiramos y el futuro del planeta dependen de las decisiones que toman unos cuantos miles de grandes accionistas. Estos grandes burgueses pueden organizar la evasión fiscal, comportarse como delincuentes de guante blanco, provocar accidentes laborales o envenenar a la gente con amianto o clordecona, pero no enviamos a los antidisturbios para que los detengan y los encarcelen. Y cuando son procesados, disponen de ejércitos de abogados para utilizar todas las sutilezas de la ley. Más allá de Macron, nos enfrentamos a la dictadura de la gran burguesía.

Para cambiar nuestro destino, es a los verdaderos amos a los que tenemos que enfrentarnos, es a la dictadura de los capitalistas y financieros a la que tenemos que desafiar. Mientras esta dictadura no sea derrocada, no podrá haber un buen Presidente de la República, ni una buena Constitución, ni un buen Parlamento.

Así que no basta con denunciar a los títeres y portavoces de la burguesía, no sirve de nada pedir una policía republicana y un mejor diálogo social, tenemos que enfrentarnos a la propia burguesía, a su capital y a su poder para perjudicar a toda la sociedad.

Editorial de los boletines de empresas Lucha Obrera del 31 de mayo de 2023

Nathalie Arthaud