Un año del gobierno de Zapatero

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Julio 2005

El 11 de marzo de este año se cumplió el primer aniversario del gobierno socialista de Zapatero. En este primer año los problemas de la clase obrera no sólo se han mantenido, sino que han aumentado, aunque la bajada de las cifras del paro sea explicada como un logro del progreso de los socialistas. Sin embargo, Zapatero mantiene una aceptación de la población que ha notado el cambio de formas con Aznar. Esta aceptación se acentúa con la política de oposición de la derecha del PP que ataca una y otra vez a Zapatero desde las posiciones más derechistas y reaccionarias. La derecha no aceptan su pérdida de las elecciones del gobierno central de hace un año. Siguen expresando públicamente que los socialistas ganaron por la manipulación del atentado de los integristas islámicos del 11-M. Además, sus posiciones respecto a los nacionalistas vascos y catalanes no han variado y atacan cualquier posibilidad de sentarse a hablar con ellos del problema nacionalista y autonómico en Euskadi y Cataluña. Para ellos Zapatero está llevando una política que beneficia a los nacionalistas y terminará potenciando el separatismo y el desmembramiento de España. Esta política se hace más reaccionaria cuando el PP utiliza el terrorismo de ETA como baza electoralista y a las asociaciones de víctimas del terrorismo como falange contra el PSOE.

El alineamiento de la derecha con las posiciones reaccionarias de la Iglesia, denunciando la "persecución" de ésta, les lleva a criticar el matrimonio de homosexuales hecha realidad por Zapatero, la eliminación de la obligatoriedad de la religión en la escuela que había impuesto la derecha, o se escandalizan cuando los socialistas insinúan la retirada del apoyo económico que el Estado realiza a la Iglesia y que supone 27,31 millones de euros anuales más lo que recauda la Iglesia por la declaración del impuesto de la renta (IRPF). Y todo esto sin contar los miles de millones que el Estado dona para mantenimiento de iglesias y obras de arte, asociaciones y ONGs católicas. Para ejemplo de esta postura está la actuación reaccionaria del Consejero de Salud de la Comunidad de Madrid, en manos del PP, contra el personal médico y sanitario del hospital Severo Ochoa de Leganés. Su apoyo a las posiciones contra la eutanasia de la Iglesia está detrás del despido del jefe de urgencias por denuncias anónimas de sedación de enfermos terminales para su muerte.

En definitiva esta posición reaccionaria de la derecha, que obtuvo 7,7 millones de votos -frente a 7,9 de los socialistas-, está haciendo bueno a Zapatero que con sus leyes de género a favor de las mujeres maltratadas, el matrimonio de homosexuales y la legalización de sectores de inmigrantes, gana imagen de liberal progresista.

Zapatero se ha enfrentado a dos acontecimientos electorales que le han permitido salir a la opinión pública y mostrar su "talante". Estos han sido el referéndum de aprobación de la Constitución Europea y las elecciones en el País Vasco. Cuando salga este artículo las elecciones autonómicas en Galicia será el tercer acontecimiento que medirá el progreso electoral socialista y del PP.

Pero en lo tocante a la política económica y hacia los trabajadores no se separa en lo fundamental de la derecha. Lleva una política de apoyo a la patronal y contra la clase obrera sin que el "talante" haya cambiado realmente la situación de la clase trabajadora. Además la economía sigue manteniéndose gracias al sector de la construcción y la especulación inmobiliaria que mantiene los precios de la vivienda por las nubes y el endeudamiento de las familias altísimo. Y en este contexto las muertes en el tajo son la muestra de la explotación y la precariedad. Ahora se prepara otra reforma del mercado de trabajo. Zapatero ha dicho que la hará pactando con los sindicatos. Pero ya sabemos que estos pactos dejan bien a los burócratas sindicales y perjudican a los trabajadores.

La lucha de astilleros, por ejemplo muestra la política antiobrera de Zapatero. Los intentos de cerrar factorías de los astilleros se han podido frenar. No así la reducción de plantillas y la precarización de empleo. Mientras que Zapatero se llenaba la boca diciendo que ningún trabajador se quedaría abandonado, Solbes -Ministro de Economía- exigía la desaparición de las factorías hasta dejar tres y pasar a privatizar varias empresas públicas. Al final la venta de los astilleros al sector privado es un hecho y la desaparición de la plantilla fija también. Lo único positivo es que la destrucción de empleo se hará mediante prejubilaciones. Pero el problema fundamental pasará a los trabajadores jóvenes que estarán en precario por la mitad del sueldo anterior y llenando los bolsillos del sector. Es posible que ningún trabajador de las plantillas fijas haya sido abandonado, pero lo que sí ha abandonado Zapatero es a todos los trabajadores eventuales y en precario que los astilleros contrataban y de la industria auxiliar que se ven en el paro o con contratos basura.

El referéndum para la aprobación de la Constitución Europea

El primer envite electoral de Zapatero fue el referéndum para la aprobación de la Constitución Europea. Los socialistas quisieron que España fuera el primer país que aprobara popularmente el texto, seguro de que la derecha lo apoyaba. Así Zapatero, ofrecería una imagen de estadista europeo ante la opinión pública de la Unión Europea y sus gobiernos, además de conseguir ante la población española un plus de apoyo. Pero el PP, que sabía de lo que se trataba, hizo una campaña electoral por el sí que criticaba duramente a Zapatero y aprovechó para desgastarlo. Mucho de ello dependía de la abstención. Por eso, el gobierno comenzó una campaña institucional que bajo la coartada de potenciar la participación apoyaba el sí. Actores, futbolistas, escritores, todos ellos conocidos, propusieron a la población el voto afirmativo.

Pero la abstención fue de las mayores que se conocen. De los más de 35 millones de personas llamados a las urnas sólo unos 13 votaron. 10,3 sí, y 2,5 no. Es decir el sí no lo votaron ni la mitad de los convocados a las votaciones. Se dieron casos de distritos de votantes tradicionales de la derecha en ciudades como Madrid o Sevilla donde el "no", ganó en los distritos electorales derechistas.

Evidentemente la mayoría de la población vio el electoralismo de la campaña y la utilización para sus fines de la elección y se quedó en casa. El PP utilizó la abstención y el voto no para cargarlo como fracaso de Zapatero.

No sólo los socialistas y el PP estaban por el sí. También la patronal y los dirigentes de los sindicatos CCOO y UGT. Sin embargo entre bambalinas está el juego electoralista de cada uno de ellos. Pero al igual que en cualquier elección política, se jugaba también otros envites, como es el grado de apoyo y credibilidad del gobierno y la relación de fuerzas con la oposición. Aznar entró en liza diciendo que el tratado de Niza era más favorable para España. Felipe González era de la opinión de que no se debería haber realizado la consulta, pues podía desgastar a Zapatero. Todo el mundo sabía que parte de la derecha esperaba cierto fracaso ya que sería un fracaso de Zapatero. Aunque Rajoy decía que había que votar sí, no todos estaban por la labor y tanto Acebes como los otros dirigentes derechistas no cesaban de atacar al gobierno aprovechando la campaña electoral.

Para explicarse la realización de la convocatoria hay que comprender la percepción de Europa y de la UE que tienen los españoles y los motivos políticos y politiqueros del gobierno y la derecha.

Europa y el europeismo ha sido tradicionalmente el campo de los progresistas en España. La dictadura de Franco resumía todo el tarro de las esencias del pensamiento reaccionario español y en estas ideas Europa "terminaba en los Pirineos". El nacionalismo carpetovetónico, unía monarquía e integrismo católico, colonialismo en la más pura tradición reaccionaria del antiguo régimen. Aznar y su partido son deudores y hacen guiños a este pensamiento reaccionario. Cuando en una universidad norteamericana el ex presidente Aznar dice que España está en el punto de mira del terrorismo islámico, no por la guerra de Irak, sino por la reconquista del Al - Andalus en el siglo XV, está ni más ni menos que expresando este pensamiento reaccionario. Su posición respecto a la guerra de Irak, posicionándose con EEUU y dando la espalda a Francia y Alemania, se ha utilizado por los socialistas como un rechazo de esta Europa unida e independiente de los EEUU.

Zapatero ha tratado de dar una imagen de progreso, de tolerancia, dialogante y liberal opuesta a Aznar. Entre la intelectualidad la idea de Europa ha significado tradicionalmente el triunfo de las ideas liberales y democráticas. "Una Europa fuerte opuesta a EEUU es lo que se necesita para defender el progreso social", sería la idea de cierta intelectualidad progresista. Por eso Zapatero entre sus primeras reacciones en el gobierno ha sido "volver" a Europa y hacerse la foto con Chirac y Shöreder para contraponerla a la famosa foto de las Azores de Aznar con Bush. Por eso también la idea de Europa, los beneficios de nuestra entrada en 1986 en la UE, la democracia, las libertades etc., la utiliza Zapatero para contraponerse a la política del PP y llevada a cabo por Aznar. Así el referéndum se le presentaba como la ocasión para expresar su "vuelta" a las ideas europeístas de progreso.

En definitiva la gran abstención en el referéndum que fue consultivo y no decisorio, ha sido más una maniobra politiquera que otra cosa. Para Zapatero consistía en obtener el apoyo ante Europa, para la derecha en una forma de desgastarlo. Y así se puede explicar la abstención.

Las elecciones autonómicas en Euskadi y el problema nacionalista vasco

La segunda contienda electoral ha tenido lugar en el País Vasco. Las elecciones autonómicas han permitido medir entre la población el apoyo a las distintas posiciones políticas que expresaban las "soluciones" al problema vasco, sea a través del Plan Ibarretxe, fuera por el independentismo o el nacionalismo españolista. Estas elecciones fueron un jalón más entre la pugna que existe entre nacionalistas vascos y nacionalistas españolistas en sus distintas variantes. El problema de fondo se encuentra en el llamando problema vasco. Esto es: parte de la población vasca es nacionalista independentista o quiere una relación con el Estado central que permita la "autodeterminación". Este problema irresuelto es la base que permite o justifica la existencia de ETA y de sus acciones terroristas.

Desde la muerte de Franco, los sucesores que pactaron el régimen parlamentario actual con la izquierda se negaron a hacerlo con las fuerzas nacionalistas vascas. Se negaron a hablar más allá de la Constitución del 78. Los sucesivos gobiernos tanto de derecha como socialistas sólo permitieron negociar con los nacionalistas del PNV el llamado Estatuto de Gernica por el cual se rigen actualmente. Se negaron también a negociar con ETA, lo que hubiera permitido dar una solución a los presos nacionalistas, pues aunque todos los gobiernos centrales han realizado conversaciones o intentos de negociación con ETA, ninguno de ellos ha terminado con acuerdos que permitiera poner fin a la violencia. Siempre sectores del aparato de Estado y de la burguesía se han negado a llegar a acuerdos más allá de la constitución del 78 e incluso a hablar con los nacionalistas públicamente. Precisamente apoyándose en este sector el PP lleva su política de ataque al PSOE diciendo que éste está negociando con ETA secretamente y utilizando las asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA animadas por ellos como punta de lanza de sus ataques. Por eso pide la ilegalización de la izquierda abertzale.

Sin embargo existe entre la población vasca y de todo el Estado un deseo de terminar con la violencia. ETA, debido a los golpes policiales o al clamor contra los atentados entre sus propia base, o por el atentado islamista de Madrid, o a todas estas causas, lleva mas de un año sin atentados mortales. Pero la realidad es que todo el mundo sabe que el problema del llamado Plan Ibarretxe, el problema de fondo es acabar con el terrorismo dando una salida política a las aspiraciones de los sectores nacionalistas vascos.

En este contexto las elecciones vascas han supuesto un cierto revés para el PNV. Ibarretxe se presentó a las elecciones autonómicas pidiendo que las votaciones fueran un apoyo a su reforma del Estatuto. El resultado ha sido negativo apara él. Su coalición con el otro partido nacionalista ha supuesto una pérdida de votos y de 4 escaños, quedándose en 29. Ahora incluso con el apoyo de la Izquierda Unida vasca, Ezker Batua, no tienen la mayoría absoluta. Se puede decir que el Plan Ibarretxe no ha sido apoyado ni siquiera por sus mismos electores.

La derecha del PP ha seguido con su política contra los nacionalistas y los socialistas. Por una parte exigían la ilegalización del PCTV, partido pantalla de la izquierda abertzale. Por otra atacaba al PSOE por no ilegalizarlo desde Madrid y por estar negociando secretamente con ETA. El resultado ha sido negativo para ellos perdiendo 4 escaños. Esto no es de extrañar pues siempre el PP ha llevado una rabiosa política antinacionalista. Ha utilizado y manipulado las muertes de ETA para mantenerse electoralmente y ha atizado su nacionalismo patriotero contra todo el que se opusiera. Su actuación tras los atentados islamistas de Madrid es prueba de ello. Como también lo es la manifestación de Madrid en contra del terrorismo, dónde se acabó atacando a los socialistas y golpeando a Bono. El PSOE, aparte de la época en la que pactó con los gobiernos del PNV, ha utilizado también el terrorismo para sus fines. No ha querido desmarcarse de la derecha, incluso en el País Vasco han ido de la mano, y utilizado la guerra sucia para sus fines electoralistas. Sin embargo cambió en estas elecciones.

El PSOE llevó una nueva política de "tolerancia", sin alinearse con el PP. Pero defendiendo la Constitución monárquica, propusieron la reforma del estatuto de Gernica, negociando pero sin aceptar el Plan Ibarretxe. El resultado del nuevo "talante" ha supuesto subir en votos y en 5 escaños hasta 19.

Pero lo más relevante ha sido el éxito de la izquierda abertzale a través del Partido Comunista de las Tierras Vascas. Prohibidas todas las iniciativas para presentarse electoralmente al final Zapatero mantuvo la legalidad de este partido creado en 2002, con el PP, y utilizado por los abertzales para expresarse políticamente. Los 9 escaños obtenidos muestran el rechazo a la ilegalización y el apoyo político a estos nacionalistas.

El problema para los trabajadores vascos y de todo el Estado es - una vez más - que el conflicto vasco dividirá a la población, ocultando los problemas sociales y obreros, en una pelea por más o menos independencia, autonomía o autodeterminación, pero sin que aparezca la realidad social de la explotación y los intereses de los trabajadores. Las maniobras que vendrán y las negociaciones si las hay, no permitirán solucionar los problemas que los trabajadores vascos tienen pues no hay ninguna fuerza relevante que defienda un programa obrero.

Los nacionalistas, los socialistas, la derecha y las reformas de los estatutos autonómicos

Una vez ganadas las elecciones por Zapatero, el PSOE trató de desmarcarse de las posturas reaccionarias del PP y aunque siguió sin querer negociar la reforma de Ibarretxe, moderó su lenguaje y anuló la posibilidad de encarcelar al lendakari y suspender el Estatuto en vigor. Acorde con el nuevo "talante", el PSOE vasco presentó otra reforma del Estatuto al final del año pasado, cuando ya el Plan Ibarretxe estaba a punto de aprobarse.

La verdad es que no se explicaba bien que el PSOE potenciara en todas las regiones las reformas de los Estatutos, pactara en Cataluña con partidos nacionalistas e incluso tuviera ciertas veleidades con Ezquerra y que en el País Vasco se negara tajantemente a cualquier amago de negociación. Quizás en sus cálculos políticos pensaban que el Plan Ibarretxe no iba a pasar el filtro autonómico ya que Batasuna se negaba a admitir la reforma, pues desde su punto de vista, no habría una verdadera vía para la autodeterminación de los vascos. Finalmente se aprobó por mayoría en el Parlamento de Vitoria y siguiendo el curso legal tocaba ahora presentarse en las Cortes de Madrid.

El PP defendió entonces que el Plan no debía discutirse bajo ningún concepto en Madrid. Volvían a la carga con el separatismo, acusando a Ibarretxe de antidemocrático, de hacerle el juego a ETA y romper con la Constitución. En el fondo el PSOE, aún pensando parecido, intentó aparecer como tolerante y aceptó el debate en el Congreso de los diputados para que hubiera una discusión pública y el Plan se rechazara sin ambages con luz y taquígrafos. El PP entonces vociferó contra Zapatero y cuando éste recibió en los días previos al Lendakari, antes que a Rajoy, entraron en cólera.

Finalmente el debate se produjo. Las posturas se dejaron claras. Para Ibarretxe había que solucionar el conflicto vasco, conflicto anclado en la historia desde las guerras carlistas y pidió la negociación de una reforma que el parlamento vasco democráticamente había aprobado. El PSOE pidió la retirada del Plan y la vuelta a la negociación dentro de los límites constitucionales. El PP reiteró su posición. En todos los medios de comunicación se alabó el "ejercicio democrático" y se "demostró" la posibilidad de hablar y discutir esos temas.

El Lendakari, después de reunirse en los días posteriores con su gobierno, adelantó las elecciones autonómicas, previstas para mayo, a abril. Después de las elecciones autonómicas, ¿negociarán y pactarán los socialistas y los nacionalistas?, ¿seguirán las espadas en alto? Y ¿el problema de ETA?, ¿se buscará una solución a lo irlandés como se especula? Hasta ahora el PSOE se había negado a negociar, a hablar sobre lo que quieren los nacionalistas. No se entiende muy bien cómo los socialistas y la derecha se han negado a negociar y a resolver políticamente el problema vasco. Pues tanto el PNV como EA son tan derechistas como el PP. Puede que la debilidad histórica de la derecha y de la burguesía española haya impedido una solución por el miedo a la desestabilización y a que el resto de las regiones pidan café para todos.

Tampoco, como decimos, el PSOE se interesa en lograr una solución negociada y se ha presentado como el primer garante de la Constitución y de su orden social. La actuación del PSOE explica su modo de actuar. Ha buscado su lugar en el universo de la burguesía presentándose como defensores de su orden. En vez de defender los derechos de los trabajadores llegaron a compromisos para tener a su disposición buenos sillones y siguieron presentándose como campeones de la democracia y del pueblo. El problema para los trabajadores es que han sido sacrificados sus intereses en pos de los negocios de la burguesía, de los puestos políticos, institucionales y empresariales, en un maridaje que aúna al carnicero de Vitoria en 1976, Martín Villa, y Prisa de Polanco, socialista.

De hecho la defensa enfervorizada por parte de la izquierda de la Constitución del 78 no se entiende sin comprender este hecho. Pues la Constitución fue realizada sin debates públicos, con el miedo de la población a la dictadura y al ejército y fruto de un compromiso oculto entre la izquierda y el régimen franquista en el cual los trabajadores sufrieron las condiciones antiobreras de los sucesivos gobiernos, comenzando con el Pacto de la Moncloa de 1979, para mantener los negocios de los de siempre y con el agravante de la represión sufrida por parte de las fuerzas represivas y la extrema derecha, sostenida por el propio aparato de represión franquista, que sólo desde la muerte de Franco hasta 1980 asesinaron a decenas de personas.

Precisamente la detención de Otegi acusado de pertenecer a ETA muestra los límites de los socialistas en este tema. Claramente la detención se puede leer como la respuesta a las últimas acciones de ETA, un aviso a los nacionalistas. También muestra el plegamiento del PSOE al aparato de Estado y a la derecha. Pues, si Otegi es de ETA, ¿cómo es que no lo han encarcelado antes? Evidentemente se puede estar dando un toma y daca entre unos y otros para tener fuerza a la hora de negociar, pero, ¿hasta que punto el Estado y los socialistas querrán negociar el fin de la violencia? Siempre ETA ha sido un buen recurso electoral para ganar votos, manipular las conciencias con el dolor humano y desviar la atención de los problemas obreros y sociales. La última manifestación en Madrid de las víctimas del terrorismo muestra lo que decimos. En toda la gama de posibilidades de futuro parece claro que tanto la izquierda nacionalista vasca, como la población vasca están por una solución negociada. El clamor contra los actos terroristas es ya irreversible y una solución tipo Aznar no sería más que un pudridero que tanto a los políticos como a la burguesía no interesa.

Los conflictos nacionalistas una rémora del pasado

Los conflictos políticos durante el siglo XIX y XX han tenido siempre un componente nacionalista fruto de la propia constitución de España como estado nación. La península Ibérica siempre ha sido un conglomerado de pueblos que no fueron realmente centralizados y unificados. Podemos decir que la incapacidad de la burguesía en su época para unificar y desarrollar industrialmente y económicamente el país, así como la existencia de una pequeña burguesía que buscaba su lugar al sol, han permitido que los sectores nacionalistas e independentistas se mantengan durante años.

La dictadura franquista vino a agravar la situación. Los problemas nacionalistas no son más que una herencia franquista. El franquismo supuso también no sólo un genocidio para la clase obrera y la izquierda, sino la prohibición y sometimiento de culturas y lenguas de las distintas regiones de nuestro país. Esta imposición violenta vino a dificultar y a reverdecer el problema nacionalista en Cataluña y Euskadi. Pero contrariamente a los años anteriores a la guerra civil, los nacionalistas en Cataluña y en Euskadi lograron aglutinar a la izquierda y extrema izquierda tras de sí. Curiosamente esa pequeña burguesía, mayor hoy que hace decenios, ha sido capaz a través de grupos políticos como Ezquerra Republicana en Cataluña, el BNG en Galicia, la antigua HB en Euskadi, de mantener sus posiciones políticas arrastrando tras de sí a la extrema izquierda, que defiende el derecho de autodeterminación en abstracto para apoyar las reivindicaciones de esta pequeña burguesía. Incluso el PNV y EA han conseguido influir en IU. La postura de esta formación respecto al Plan Ibarretxe ha sido ejemplo de esto. Mientras que en el País Vasco la IU vasca (E-B) se ha plegado y pactado con los nacionalistas, Llamazares tuvo una postura contraria al Plan, pidiendo la negociación. Sin embargo en el parlamento, ni vasco, ni central, hubo ningún grupo que defendiendo los intereses de los trabajadores desvelara la trampa nacionalista.

Las reformas de las autonomías: una solución para seguir explotando a los trabajadores para beneficio de políticos y capitalistas

Tras el franquismo, la transición y el pacto constitucional, se llegó al acuerdo de desarrollar Estatutos de autonomía que diera poder a las regiones nacionalistas. Estos Estatutos son como pequeñas constituciones regionales donde se especifican las competencias para gestionar los recursos del Estado. En un principio a las nacionalidades históricas, Cataluña, Euskadi y Galicia se les dotó de su aparato de Estado propio, con su gobierno, presidente, parlamento, hasta policía. Posteriormente Andalucía y otras regiones fueron adquiriendo las mismas competencias. Esta solución a los problemas nacionalistas se hacía sin aceptar la autodeterminación que exigían los nacionalistas vascos. En el fondo era una manera de integrar a través de una administración regional a toda una pequeña burguesía que podía hacer carrera política a través de sus parlamentos. Hoy se puede decir que el Estado a parte de las leyes generales, el ejército, la policía nacional, la defensa y la política exterior, sólo gestiona la caja única de la seguridad social y el cobro de impuestos directos, exceptuando el País Vasco y Navarra que recaudan ellos mismos el IRPF y después dan al Estado la parte negociada. Y esto es el 20% de los recursos públicos. Si descontamos al ejército, los funcionarios de justicia y empresas públicas, el Estado central sólo tiene unos 234 mil funcionarios (542.353 con todos), mientras que los funcionarios autonómicos son un total de 1.162.057.

Las autonomías se han convertido en una doble administración donde los políticos hacen sus carreras sin necesidad de competir para los puestos de la administración central. La sanidad, la educación son las administraciones estrella de las autonomías donde aplican las leyes generales como sus políticos.

Precisamente la gestión de estos recursos públicos ha permitido a las autonomías endeudarse hasta el extremo de deber 43.467 millones de euros. Este problema es el que está detrás de la propuesta catalana de recaudar el 50% de los impuestos ellos mismos y llegar a un acuerdo para devolver en "solidaridad" a las regiones más pobres. Realmente las autonomías son 17 mini estados, que duplican en gastos los de la administración central y que cada uno tira tratando de quedarse con el mayor trozo de tarta. Las regiones ricas, Cataluña, País Vasco, quieren más y tachan de "subsidiadas" a las pobres, como Extremadura o Andalucía.

En el fondo de esta polémica actual de la reforma de los Estatutos están estos políticos que intentan desviar los problemas sociales y de la población tratando de culpar a Madrid o a los otros, para después seguir con el robo de recursos públicos para beneficio de las empresas y de los más ricos.

Que el problema nacionalista se utiliza para enmascarar los problemas sociales es fácil verlo hoy día. No hay más que escuchar los argumentos demagógicos que utilizan los políticos para "resolver" los problemas sociales. En un debate en el Parlamento de Andalucía, Teófila Martínez, líder del PP andaluz, se encaraba con Manuel Chávez reprochándole que en Cataluña la reforma del Estatuto y de la fiscalidad va a "llevarse" el dinero de los andaluces. En Cataluña o Euskadi el argumento es similar pero al contrario. Regiones ricas "pagan" los desaguisados de otras regiones subsidiadas. Y ahora electoralmente se utiliza el nacionalismo para obtener más recursos del Estado, más cuota de poder regional para los barones y como ocultación de la explotación del trabajo. El nacionalismo responde cada vez más a los intereses de la pequeña burguesía que busca cargos y prebendas y a una manera de resolver el problema de la explotación desviándolo hacia un tema cultural, territorial y de fiscalidad. La lengua como comunicación o el nombre de un territorio, no pueden sustituir o superar a las reivindicaciones sociales de clase, porque si ésto es así, como muestra el Plan Ibarretxe, no será más que una manera de dividir y dirigir con el capote a los trabajadores hacia las tablas de la burguesía para mantener el mismo orden social de explotación.