Argelia: La ira popular provoca la crisis del régimen

Imprimir
Abril de 2019

Al anunciar el 10 de febrero la candidatura del presidente Abdelaziz Bouteflika para un quinto mandato, estando enfermo, discapacitado y mudo, las autoridades argelinas han desencadenado una protesta popular a escala nacional que les ha cogido por sorpresa. Esa candidatura fue la gota que colmó el vaso, tras soportar la población años de pillaje del clan que está en el poder y de sus aliados imperialistas y tras pagar la cuenta de la crisis económica con un deterioro importante de sus condiciones de vida. Al cabo de varias semanas de manifestaciones, el 11 de marzo, renunciaron a presentar Bouteflika, retrasando al mismo tiempo las elecciones. El pueblo argelino no cayó en la trampa, y las manifestaciones continuaron aún más masivas con el lema “sistema fuera”.

El viernes 22 de marzo, a pesar del mal tiempo que afectó a distintas regiones de Argelia, se llevaron a cabo manifestaciones masivas por todas las ciudades del país. La protesta ya lleva un mes. La clase obrera rechaza el plan B del gobierno, con su aplazamiento de las elecciones, su Conferencia Nacional y su reforma de la Constitución. La solución no puede venir de quienes “han robado la riqueza del país”.

Con las vacaciones escolares, los argelinos se manifestaron con sus familias con alegría, pero con la misma determinación. Gritan encarecidamente “¡sistema fuera!”. Es un requisito previo, hay una desconfianza total hacia los políticos. El nuevo Primer Ministro, Bedoui, y su compañero Lamamra son abucheados. “¡Ni Bedoui! ¡Ni Lamamra! ¡Sistema fuera!” Nombrado Primer Ministro el 11 de marzo, Bedoui aún no ha logrado formar un gobierno. Según parece, se puso en contacto con cerca de 450 personalidades, todas las cuales rechazaron la propuesta de un puesto ministerial. “Si tu teléfono suena, no contestes, probablemente sea Bedoui”, este chiste que circula en Argel refleja el estancamiento político en el que se encuentra el gobierno.

Cada día hay una lista de políticos y líderes que se cambian la chaqueta y apoyan un movimiento popular que condenaban ayer. Estos posicionamientos y el oportunismo son vistos como una señal adicional de desprecio y sólo aumentan la voluntad de poner fin a todo el sistema. Los manifestantes gritaron: “¡Les dijimos que se fueran todos, no que vinieran todos! ¡Quítense de en medio!”

El cambio más cínico y espectacular es sin duda el de Ouyahia, líder de la RND, ex Primer Ministro odiado por los argelinos, que a principios de marzo agitaba la amenaza de la guerra civil y que ahora dice entender y apoyar al movimiento popular. Dentro de su partido, Ouyahia enfrenta el desafío de los militantes que lo acusan de corrupción y quieren que se vaya.

Dentro del FLN, más y más líderes están abandonando el plan B del clan Bouteflika. Su portavoz, Jaldún, se distinguió de él: “Esta conferencia no resolverá el problema… ¿Quién ordenará a los participantes? La Conferencia ya no es válida. “Llamado al orden por algunos líderes, fue seguido por otros, como el alcalde del FLN del Centro de Argel, Bettache, que antes era un firme partidario del quinto mandato. Este último, para justificar su viraje, invoca sus orígenes populares, afirma vivir en un barrio popular y que ¡se levanta todas las mañanas para ir a trabajar!

Otro apoyo también ilustra la crisis que enfrenta el régimen, el del director general de Sonatrach (Compañía Nacional de Hidrocarburos). Mientras que el 10 de marzo la dirección de Sonatrach amenazó con sancionar a los trabajadores que se declarasen en huelga contra el quinto mandato, ahora acoge con satisfacción el movimiento popular: “Sonatrach no puede permanecer al margen de este movimiento, como empresa socialmente responsable y como motor de la economía nacional.”

Frente a un poderoso movimiento que actualmente no pueden contener, los partidos de la Alianza Presidencial, que apoyaron la candidatura de Bouteflika, se están dividiendo y desgarrando. En cuanto a los partidos de la oposición, desde los islamistas hasta los liberales, también desacreditados, están intentando por el momento, sin éxito, unirse para ofrecer una solución que proteja los intereses de las clases dominantes.

¿Cuál será la personalidad capaz de liderar esta transición que están tratando de poner en marcha? Están circulando nombres, como el de Bouchachi, abogado y ex portavoz de la Liga de los Derechos Humanos, que fue visto en las manifestaciones de abogados y magistrados. La prensa menciona a Liamine Zeroual, un ex-oficial que fue elegido presidente durante la década negra, como otro posible hombre.
El ejército se mantuvo discreto hasta que el general Gaïd Salah, ministro de Defensa, que había amenazado a los manifestantes el 7 de marzo, también saludó al movimiento popular. El 26 de marzo, finalmente pidió el desistimiento de Bouteflika, intentando así poner fin a las manifestaciones. Reiterando sus consignas, dijo: “El pueblo y el ejército son hermanos”.

El gobierno aún no ha decidido recurrir a la represión, pero no se excluye que lo haga en el futuro.

Los trabajadores, la clase obrera de las ciudades y del campo, orgullosos de su movimiento, ansiosos por preservarlo y hacerlo avanzar, expresan hostilidad y desconfianza hacia todos aquellos que quieren hablar en su nombre. Esta desconfianza es más que legítima. Un verdadero cambio de sistema sólo puede venir de ellos.

Después del anuncio del 26 de marzo, apareció un nuevo eslogan: “¡Bouteflika, ya que te vas, lleva a Gaïd Salah contigo!”