Bahamas: una catástrofe humanitaria y social

Print
Octubre de 2019

El paso del huracán Dorian a principios de septiembre ha sido devastador en el noroeste del archipiélago de las Bahamas. Una semana después de la catástrofe el balance humano era de 44 muertos y miles de desaparecidos. El programa alimentario mundial cifra en 76.000 el número de personas a socorrer, de una población total de 390.000 habitantes. Constituida por 700 islas, muchas de ellas compradas por millonarios, las Bahamas fueron colonia británica antes de la independencia en 1973. Más del 80 % de las importaciones y exportaciones del archipiélago se hacen con Estados Unidos. Es un hombre de negocios americano Wallace Groves, quien hizo construir Freeport, la principal ciudad de Gran Bahamas y segunda del archipiélago.

Paraíso fiscal y paraíso para los turistas ricos, las Bahamas son para ellos El Dorado que reemplazó a Cuba tras la revolución castrista de 1959. El huracán Dorian ha afectado también a algunos lugares turísticos de lujo, pero sobretodo ha dejado a la población trabajadora y a los más pobres en la desesperación y la indigencia. Las autoridades anunciaron que el mayor barrio de chabolas de las Bahamas, el llamado barrio The Mudd (el lodo), no era más que un vasto campo de escombros donde flotaba el olor pestilente de la muerte. Había pasado ya una semana del huracán y la zona no había sido visitada por los servicios de socorro; los inmigrantes haitianos allí, estimados en 80.000, de los cuales 50.000 están en situación irregular, corren el riesgo de pagar un alto precio por el desastre natural, además, para ellos toda fuga es complicada por la falta de documentos.

Las Bahamas son presentadas como un país en que el ingreso per cápita se encuentra entre los más altos del Caribe, comparado con el de Cuba o Haití. Sin embargo, más de una semana después de la catástrofe natural, la población está abandonada a sí misma y no se beneficia de esta supuesta riqueza ni de la proximidad de los Estados Unidos, que no hacen nada para impedir una catástrofe humanitaria. En su campaña por su reelección, Trump solo trató de explotar políticamente este drama en el terreno de la demagogia anti migrantes. El 8 de septiembre declaró que no se podía recibir a los supervivientes sin documentación, sin visado, sin un certificado de buena conducta. Después de sufrir la violencia del huracán Dorian, la población de las Bahamas es víctima de la de Trump y de la de un sistema económico y social que deja morir a los más pobres.