La victoria del Frente Popular

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España 1931-1937 - la política de Frente Popular en contra de la revolución obrera
febrero 2006

En diciembre de 1935, después de una nueva crisis ministerial, el presidente de la República decide disolver las Cortes. Se fijaron nuevas elecciones para el 16 de febrero de 1936.

El programa del Frente Popular

El programa con el cual el Frente Popular aborda estas elecciones había sido firmado por dos partidos burgueses, la Izquierda Republicana de Azaña y la Unión Republicana de Martínez Barrio, así como el PCE, PSOE, JS, UGT y el POUM bajo el pretexto de la amnistía prometida y por el hecho de que la ley electoral no le permitiría tener diputados si se presentaba solo.

El programa del Frente Popular no retomaba ninguna de las reivindicaciones esenciales de los trabajadores. Los republicanos habían hecho escribir en el pacto que ellos no aceptaban “el principio de la nacionalización de las tierras, ni su entrega gratuita a los campesinos”. Nada de reforma agraria, nada que toque el poder de los terratenientes, de la iglesia, de los militares y nada que elimine los rasgos feudales de la sociedad. La única concesión que aparecía era la promesa de una amnistía para todos los encarcelados de 1934.

Los partidos firmantes se comprometían en caso de victoria electoral a sostener al gobierno surgido de las elecciones. Ninguna organización obrera puso en guardia a los trabajadores contra lo que era el Frente Popular y contra lo que podían esperar : una política antiobrera para demostrar a la burguesía que no hacía falta el fascismo. Nadie afirmaba la necesidad para la clase obrera de prepararse para tomar ella misma el poder.

Es cierto que la CNT no firmó el acuerdo del Frente Popular, pero no dió ninguna alternativa. Por primera vez no llamó a la abstención, con motivo de no impedir la amnistía de los encarcelados del 34, pero como no proponía candidatos obreros con otro programa, dejó a los trabajadores votar por los candidatos del Frente Popular.

La política del frente popular frente al ascenso revolucionario (de febrero a julio de 1936)

El Frente Popular consiguió la victoria en las elecciones del 16 de febrero del 36. Azaña se convirtió en presidente del gobierno. Los socialistas, sin participar en el gobierno, lo sostenían.

Los trabajadores no esperaron las medidas legales de amnistía : al día siguiente de las elecciones, invadieron las cárceles y liberaron a los detenidos. Espontáneamente se organizaron comités en las empresas para vigilar a los patronos y una oleada de huelgas se puso en marcha para imponer la readmisión de los despedidos. Los campesinos y jornaleros sin tierras de nuevo ocuparon latifundios y se repartieron sus tierras.

Los dirigentes de los partidos de izquierda y de la UGT procuraron mantener a los trabajadores en los marcos legales ; intentaron oponerse a las huelgas allí donde tenían fuerza, y llamar provocadores a aquellos que no seguían sus consignas. Pero el movimiento era irresistible.

El gobierno volvió a llenar las cárceles . Mandó a la guardia civil y a la de asalto contra los huelguistas y campesinos que ocupaban las tierras y que se defendían, más bien que mal, armados de horcas y hoces. Ninguno de los derechos democráticos que habían prometido fueron decretados. La censura se mantenía. Las garantías constitucionales fueron suspendidas. Pero el movimiento de masas no se quebró.

Por otra parte, los grupos de extrema derecha, los matones a sueldo de los terratenientes, asesinaban y golpeaban a los militantes obreros y campesinos, llenando de terror los pueblos y los barrios obreros. La reacción levantaba cabeza. La guerra civil comenzaba.

El 7 de abril se intentó una última maniobra parlamentaria para controlar la situación. Las Cortes reemplazaron a Alcalá Zamora, presidente de la República, por Azaña, presidente del gobierno y representante del ala anticlerical del republicanismo burgués, que fue elegido con los votos del PSOE y del PCE e incluso con el voto del único diputado del POUM.

Como nuevo presidente del gobierno fue elegido Casares Quiroga, que tampoco fue capaz de encauzar la ola revolucionaria. Hay que decir que la CNT, que no había ofertado ninguna perspectiva a los trabajadores en las elecciones, se puso a la cabeza de las huelgas y ocupaciones de tierras. La huelga de los obreros de la construcción de Madrid, que comenzó el 1 de junio, se desarrollaba en una atmósfera de guerra civil. Aunque la UGT llamó a volver al trabajo, la CNT se quedó sola en la dirección de la huelga hasta el final, defendiéndose de las bandas de Falange, la policía y esquiroles. Los obreros muertos de hambre por culpa de los patronos obligaron a los comerciantes y a los camareros, pistola en mano a servirles gratuitamente.

A los ojos de la burguesía el gobierno republicano demostraba su incapacidad para hacer respetar el orden y la propiedad. El golpe de estado militar se preparaba cada vez más abiertamente con la aprobación de las clases medias.

El gobierno impotente frente al ejército

Pero el gobierno no quería saber nada, pretendía hacer creer que los oficiales eran leales. Incluso uno de sus comunicados afirmaba que “el gobierno… acogía con tristeza e indignación los ataques injustos a que son sometidos los oficiales del ejército” Para el gobierno no se debía tocar el Estado Mayor. Sabía bien que el ejército es el último recurso de la burguesía. El gobierno del Frente Popular se preparaba para capitular ante los oficiales.

La CNT y el POUM, sus militantes y sus dirigentes estaban al lado de los trabajadores en las huelgas, en las ocupaciones de tierra. Prevenían a los trabajadores del peligro reaccionario que se avecinaba, pero no decían la verdad sobre el papel que jugaba el Frente Popular. No prepararon a la clase obrera para las tareas políticas que les esperaban : armar al proletariado y a los campesinos, desarmar los cuerpos represivos, tratar de tomar la iniciativa y aplastar a la reacción incluso antes de que ésta intentara el golpe. De esta forma las masas podrían haber estado en mejor posición para aplastar el golpe de estado militar, hubiera o no tenido lugar.

Cuando el ejército se lanzó al asalto del poder, el proletariado sin ninguna preparación y sin ninguna dirección, lo hizo fracasar espontáneamente en una buena parte del territorio y en las grandes capitales.