Turquía: los trabajadores exigen lo que les corresponde

Εκτύπωση
Febrero de 2020

En Turquía, en un momento en que Erdogan no tiene nada mejor que hacer que lanzar el país a una nueva guerra en Libia, el descontento de los trabajadores está creciendo.

Los trabajadores están sufriendo una inflación galopante vinculada al colapso de la moneda turca y a la crisis económica, a su vez vinculada a las crisis de Irak, Irán y Siria.

En la industria metalúrgica en particular, la negociación colectiva bienal acaba de comenzar y, ante la actitud de la patronal, el descontento se dispara. En total, propone un aumento del 6% de los salarios, pero también una mayor flexibilidad, y que en adelante las negociaciones se espacien a lo largo de tres años en lugar de dos, lo que reduciría aún más los reajustes salariales.

En Bursa, la ciudad donde se concentra la industria automovilística, no lejos de Estambul, empezaron las protestas entre los obreros de las fábricas de Renault, Fiat, Bosch, Delphi… En este país donde las huelgas están muy reguladas, empezaron llegando colectivamente diez minutos tarde, antes de ir a la huelga por media hora.

El sindicato Türk Metal está vinculado al gobierno y a la extrema derecha, pero recuerda cómo en 2015 los trabajadores de Bursa se declararon en huelga por los salarios, a pesar de ellos y en su contra. Bajo la presión de su ira, por lo tanto, tomó la iniciativa de las huelgas.

El domingo 19 de enero, organizó un mitin en el centro de Bursa, en el cual participaron también obreros del metal de otras ciudades como Estambul, Ankara, Esmirna y otros.

El mismo día, el otro sindicato, Birlesik Metal, vinculado a la confederación DISK, se reunió en Gebze, cerca de Estambul, exigiendo un aumento del 34% mientras que Türk Metal no presentó ninguna cifra. Teme que si lo hace, se le perciba como tímido y, si propone una cifra acorde con el deseo de los trabajadores de ponerse al día con la inflación, les animará a luchar hasta el final para conseguirla.

En estas reuniones se escucharon consignas como “Esto es sólo el comienzo”, “Huelga general”, “No nos echaremos atrás”. Sintiendo el creciente descontento, los patrones elevaron su propuesta a un aumento del 10%, todavía lejos de la inflación, incluso según las cifras oficiales. Se necesitará más para detener una movilización obrera que tal vez sólo esté empezando.