EEUU: la violencia de la sociedad

Εκτύπωση
Marzo de 2018

La trágica matanza en el instituto Marjorie Stoneman Douglas de Parkland, en Florida, ha vuelto a poner de manifiesto el peso de los fabricantes de armas en Estados Unidos, y también la violencia que genera una sociedad muy injusta y desigual.

En tan solo seis minutos, el 14 de febrero, un joven fanático influenciado por los supremacistas blancos, con un arma automática, pudo matar a tres adultos y catorce adolescentes.

Las autoridades intentaron que ese drama no abriera un debate sobre la venta de armas. Así Trump no habló sino del estado de salud mental del tirador. Incluso desde ese punto de vista las autoridades no estuvieron a la altura, ya que éste era conocido por su inestabilidad y había sido señalado a la policía local y al FBI por preparar una masacre. Él mismo lo decía en las redes sociales. Pero el FBI dedica muchos más recursos para vigilar el terrorismo islámico que para detectar ese tipo de amenazas… aunque desde la matanza en el colegio de Sandy Hook en 2012, más de 400 personas han sido víctimas de tiradores en unos 200 ataques en los colegios e institutos del país.

Tal como lo denunció una de las alumnas superviviente del tiroteo en Parkland, la cuestión no es solo la de la locura de un individuo sino también la de las armas. El asesino de Parkland había comprado legalmente siete, entre las cuales varias armas de guerra en las últimas semanas. No es fácil saber si un control más estricto de la venta de armas bastaría para cortar el problema. Pero sí está claro que muchos de los políticos en el poder son cómplices de las empresas que prosperan en base a esa pasión mórbida por las armas.

La National Rifle Association (NRA), principal contrario de una reglamentación sobre la venta de armas, es una fuerza muy activa en la política norteamericana. En 2016, la NRA movilizó 30 millones de dólares a favor de la elección de Trump y 66 millones más a favor de parlamentarios complacientes, republicanos la mayoría, pero también demócratas. Además de las cotizaciones de sus afiliados, la NRA se financia en parte, por unos 100 millones anuales, a través de empresas interesadas en la venta de armas, un comercio que mueve más de 10 mil millones cada año.

Este lobby es bastante eficiente. El presidente demócrata Obama no pudo cambiar la legislación, ni siquiera después de que 20 niños de seis o siete años y seis adultos hayan sido matados en Sandy Hook. Por su parte, el republicano Trump no intentó siquiera prohibir la venta de un accesorio que permite hacer funcionar de manera automática un arma semiautomática, accesorio que sirvió para matar a 58 personas en el pasado mes de octubre en Las Vegas.

Algunos alumnos indignados del instituto de Parkland decidieron denunciar ese peso del lobby de las armas en EEUU, criticando al gobierno en estos términos: “¡Las personas en el poder nos están mintiendo!” y preparando concentraciones y manifestaciones. Una parte de la juventud no acepta las aberraciones de esta sociedad que genera violencia a veces hasta la autodestrucción.