Situación en Francia con el nuevo frente popular: ¡el sueño de frenar a la extrema derecha en las elecciones!

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Julio-Agosto de 2024

Las elecciones al parlamento europeo han dejado un regusto amargo a todos aquellos que se interesan por lo que ocurre en la sociedad: Le Pen gana en Francia, Meloni en Italia y Alternativa por Alemania se sitúa en segundo puesto. La extrema derecha queda como primera fuerza en seis países y segunda en dos. Sus diputados suman el 25% de la Eurocámara, por delante de los socialdemócratas.

Tras los resultados en Francia, su presidente Macron, decidió disolver el Parlamento, la Asamblea Nacional, y convocar rápidamente elecciones presidenciales, a lo cual grupos de izquierdas han llamado a formar un nuevo Frente Popular, como medio de parar a la extrema derecha.

Grupos de la izquierda francesa (Ecologistas, La France insoumise, el Partido Comunista Francés, el Partido Socialista, Place publique, Génération-s, Izquierda Republicana y Socialista, Nuevo Partido Anticapitalista y la Izquierda Ecosocialista) han decidido unirse presentando candidaturas bajo la misma coalición —“Nuevo Frente Popular”— y un programa único. Redactado en sólo cuatro días, este programa implica un “contrato de legislatura” para los 100 primeros días de mandato, de salir victoriosos. De los 100 días en adelante, ¡nada!
Esta unión de los partidos “a la izquierda” es normal que suscite esperanzas entre parte de la población y los trabajadores, inquietos evidentemente por ver a la extrema derecha a la cabeza del gobierno. Pero a la extrema derecha no se le combate realmente en las urnas, sino en el terreno de las luchas obreras. Además, el peligro del crecimiento de la extrema derecha, va de la mano de la crisis profunda de la economía capitalista, del desempleo, del aumento de la miseria y la violencia de esta sociedad. Sin embargo, cada vez que los partidos de izquierda han ejercido el poder, se han plegado a la voluntad de la gran burguesía atacando a las clases populares, traicionando y desorientando a los trabajadores, y la extrema derecha ha progresado.

Entonces, ¿apostar por un frente coaligados con figuras como Hollande? Hollande ex presidente de la República, antiguo ministro socialista, ahora en las listas del Nuevo Frente Popular, fue el responsable de una reforma laboral brutal que significó un auténtico varapalo para los trabajadores, además de rebajar impuestos a las grandes empresas. Su consejero personal, asesor presidencial y ministro de Economía durante dos años fue… ¡el mismísimo presidente actual, Macron!

El socialista Hollande, “el enemigo de las finanzas” vio el ascenso a la extrema derecha en la segunda vuelta de unas presidenciales por segunda vez en la historia. ¿Alguien cree que Hollande, ahora, aplicaría medidas a favor de los trabajadores revirtiendo una situación que él mismo ayudó a crear?

Pensar que a la extrema derecha se le frena con un cordón sanitario o en las urnas, está más que visto, es una ilusión. ¿Acaso hemos parado los pies a Vox con el “gobierno de Sánchez y Díaz, el gobierno “más progresista de la historia”? ¿Acaso se lo pararíamos si este gobierno de “progreso” consiguiese desbancar a Sánchez y sobrepasarlo, con “más izquierda”? ¿Pudo Ada Colau resolver el problema de la vivienda en Barcelona, a pesar de su larga trayectoria como activista social? Sin duda, mucho más empática Ada que Isabel Ayuso, pero incapaz de solucionar los problemas habitacionales de los trabajadores.

Estos políticos “progresistas” quieren hacer revivir la memoria de los Frentes Populares de los años 30, a pesar de que vivimos hoy en un contexto que poco tiene que ver con el de aquellos años. En Francia actualmente no existe ninguna situación pre revolucionaria, ni explosiva, ni siquiera huelguística. Tampoco nos están contando toda la verdad en relación a las traiciones cometidas por los dirigentes de dichos frentes en los años 30. Interesante será desarrollarlas en otro momento.

Concretando alguna de las medidas del programa para 100 días, nos encontramos medidas similares a las desarrolladas en España por el “gobierno de progreso” y que se han mostrado insuficientes, parciales, y lo peor, ¡mentiras!: congelar por decreto los precios de los productos de primera necesidad en alimentación, energía y carburantes. Derogar inmediatamente los decretos de aplicación de la reforma de Emmanuel Macron, que eleva la edad de jubilación a 64 años. Derogar la reforma del seguro de desempleo. Aumentar la pensión mínima contributiva al nivel del salario mínimo y la pensión mínima de vejez al nivel del umbral de pobreza. Aumentar los salarios elevando el salario mínimo a 1.600 euros netos, incrementando el punto de indexación de los funcionarios en un 10%… Bla, bla, bla

Precisamente estas falsas promesas llevan a la decepción y paulatinamente a la frustración que son el caldo de cultivo dónde la extrema derecha se desarrolla.

Desde luego, sí, los trabajadores tenemos necesidad de estar unidos, pero unidos en las luchas y no con los falsos amigos, los mismos que poco a poco los han llevado a la desmoralización, a pensar que en los despachos gubernamentales se pueden arreglar los problemas de la vida cotidiana, desactivando la indignación y protestas en las calles y empresas.

La clase obrera necesita recuperar confianza en sí misma, necesita recuperar la conciencia de clase para volver a percibir que los trabajadores hacen funcionar toda la sociedad y por tanto tienen en sus manos construir una más justa para todos.
Igualmente, la clase trabajadora necesita partidos que no se plieguen, partidos que verdaderamente sigan levantando la antorcha de la revolución para cambiar la sociedad, derribando al capitalismo, hecho, construido y controlado por los propios trabajadores, que sigan alzando su voz -aún minoritaria- con un programa obrero y revolucionario. Y esto hay que decirlo, en voz alta incluso presentándose a las elecciones como forma de difundir entre los trabajadores las ideas de lucha de clase y advirtiendo de las consecuencias de Frentes Populares que abren la puerta a la extrema derecha.