Cuando se reunieron en Alaska el 15 de agosto, Trump y Putin se prodigaron amabilidades. No se llegó a ningún acuerdo de paz ni alto el fuego, pero los dos líderes discutieron durante casi tres horas el destino de Ucrania, sin que se permitiera la presencia de su presidente Zelensky. No se ha filtrado nada del contenido de esas conversaciones, pero está muy claro que Trump aceptó que Rusia pudiera anexionar territorios ucranianos.
Así, tras enfrentarse con la piel de los pueblos ucraniano y ruso para saber quién impondría su supremacía en la región, ¡los líderes de Estados Unidos y de Rusia decidieron ponerse de acuerdo para desmembrar Ucrania! Todo ello tras tres años de una guerra fratricida que ha dejado cientos de miles de heridos, mutilados o muertos.
Disponer de los pueblos sin tener en cuenta sus aspiraciones, enfrentarlos entre sí para dominarlos mejor, siempre ha sido el método de los gobernantes del mundo imperialista. Y, en este sentido, Trump, Macron y sus semejantes no son mejores que Putin.
Si los dirigentes europeos se muestran escandalizados, es solo porque están furiosos por haber sido dejados al margen. Macron y sus homólogos europeos reclaman un lugar en la mesa de negociaciones para defender el derecho de sus capitalistas a recuperar algunas migajas del saqueo de Ucrania.
Los dirigentes occidentales tienen el descaro de pretender preocuparse por la seguridad de Ucrania, cuando la responsabilidad de esta guerra recae enteramente sobre ellos. Durante tres décadas, han llevado a cabo una política de cerco a Rusia por parte de las tropas de la OTAN. En respuesta a estas presiones, Putin invadió Ucrania en febrero de 2022 para preservar los intereses de la capa privilegiada y oligarca a la que representa. El amo del Kremlin es un dictador con métodos brutales y criminales. Pero los dirigentes occidentales han demostrado el mismo desprecio por los pueblos y sus sufrimientos al avivar la guerra durante tres años para defender sus intereses imperialistas.
Trump desea que esta guerra termine por la sencilla razón de que Estados Unidos ya es el gran vencedor de esta carnicería. Sus capitales han podido apoderarse de sectores enteros de la economía ucraniana. Sus trusts se han enriquecido con el suministro de armas y muchos otros materiales. Y Estados Unidos se ha aprovechado de las sanciones al gas y al petróleo rusos para suplantar a sus competidores europeos.
Trump y Putin se comportan como bandidos que se reparten el botín tras disputárselo. Como el reparto depende del avance de las tropas, los combates se intensifican y muchos ucranianos y rusos siguen muriendo cada día, tanto en el frente como en la retaguardia.
Si las negociaciones actuales terminan en un acuerdo, es probable que la paz no sea más que una tregua entre dos guerras. En el mundo imperialista en crisis, una guerra económica cada vez más feroz genera cada vez más tensiones. África y Oriente Medio están devastados por guerras alimentadas por las maniobras de las grandes potencias. ¿Y cómo evolucionará el enfrentamiento económico entre Estados Unidos y China? Detrás de la política de los Estados se esconden los apetitos y las rivalidades de las burguesías rivales que mueven los hilos.
Incluso en los países más desarrollados, como aquí en Francia, esta competencia y estas rivalidades internacionales afectan de lleno a los trabajadores. En efecto, en nombre de la competitividad, los grandes empresarios y el Gobierno nos están librando una feroz guerra social, atacando los empleos, las pensiones, el sistema sanitario, la educación... ¡La minoría de explotadores que dirige la economía está dispuesta a matarnos por sus beneficios! Mañana, si sus intereses lo exigen, no dudará en enviarnos a la muerte en una guerra similar a la que viven hoy los ucranianos.
Es esta clase social y su dominio lo que debemos combatir, y no solo a sus representantes actuales. Para que desaparezca, habrá que derrocarla, es decir, expropiarla y dirigir la sociedad y la economía colectivamente a escala mundial.
Los trabajadores constituyen la única fuerza social capaz de cambiar la sociedad de arriba abajo, debido a su situación en el corazón de la economía que hacen funcionar.
Todos aquellos que quieran trabajar por un futuro diferente para la sociedad al que nos promete el capitalismo deben dedicar sus fuerzas a crear un partido que defienda este programa, el de las ideas comunistas revolucionarias.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 18 de agosto de 2025