Ruidos de sables y amenazas de guerra

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 8 de mayo de 2023
8 de mayo de 2023

El lunes se llevaron a cabo las conmemoraciones del 8 de mayo de 1945. Era el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa pero no el final de las guerras que continuaron causando estragos en muchos países. Desde hace un año, el conflicto de Ucrania demuestra que la guerra no es cosa del pasado de Europa: ahora forma parte de nuestro presente.

Durante mucho tiempo, los gobiernos hicieron creer a la gente que la barbarie bélica había quedado atrás, que era el fin de los bombardeos y las trincheras, las ciudades arrasadas y las deportaciones de población.

La población asistió a la misma palabrería después de la guerra del 14-18, que fue una inmensa masacre : 10 millones de muertos en Europa, millones de heridos, amputados, gaseados y "rostros desfigurados".¡500.000 soldados muertos sólo en Verdún por cada bando para volver , al final, a las mismas posiciones que ocupaban al comienzo de la ofensiva!

La magnitud del sufrimiento y destrucción fue una "primera" y todos los gobernantes de la época la presentaron como "la última de las últimas", es decir la última de las guerras. Veinte años después, en 1939, ¡comenzaba de nuevo!

La Segunda Guerra Mundial racionalizó tan bien el horror que fue la más mortífera de toda la historia. A los 20 millones de soldados muertos hay que añadir entre 40 y 60 millones de civiles bombardeados y muertos de hambre y 6 millones de judíos, pero también gitanos y otras minorías que perecieron en los campos de exterminio nazis. Muchas ciudades se convirtieron en campos de ruinas.

La Primera y la Segunda Guerra Mundial tuvieron básicamente las mismas causas: la necesidad de expansión de los trusts capitalistas y la guerra económica resultante.

Con aspecto inofensivo, la competencia y la competitividad son la expresión de esta guerra económica. Los defensores del capitalismo nos cantan sus virtudes, pero por definición se refieren al enfrentamiento entre intereses privados. Enfrentamientos que los Estados transmiten con los medios que les confiere su poder económico, político y militar.

La guerra mundial no es una calamidad traída por este o aquel monstruo dictatorial. Es la extensión de la guerra económica de los trusts capitalistas para controlar las materias primas, las cadenas productivas y asegurarse mercados a escala global.

Así pues, sí a la Primera Guerra inevitablemente le seguiría una Segunda. A la Segunda guerra Mundial le seguirá una Tercera. Y así será mientras domine el sistema capitalista.

Las relaciones internacionales, las alianzas, los cambios de alianzas, las relaciones pacíficas o bélicas no están guiadas por la felicidad de los pueblos, la libertad o la democracia. Son el resultado de los cálculos y el equilibrio de poder entre los estados y los intereses capitalistas que representan.

La guerra en Ucrania no es una excepción. Los belicistas nos cuentan que es necesario defender un pequeño país atacado por su poderoso vecino. ¡Como si Ucrania no hubiera sido escenario del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia durante al menos treinta años! ¡Como si el campo imperialista detrás de la OTAN estuviera equipando, entrenando e informando a las tropas ucranianas de manera desinteresada!

La guerra contra la Rusia de Putin y la inclusión en la lista negra de la China de Xi Jinping son las traducciones políticas y militares de las rivalidades económicas entre estas grandes potencias. Los trabajadores no tienen que tomar partido por uno u otro. Tienen que luchar para derribar este sistema capitalista que nos condena a la explotación y a las guerras.

Los Estados Unidos y las potencias imperialistas occidentales, incluida Francia, reinan sobre el orden mundial enarbolando la bandera de la paz y la democracia. ¡Pero es un orden donde abundan las dictaduras! ¡Es una orden que alimenta guerras interminables en África, Medio Oriente y Asia! ¡Es una orden que hunde a regiones enteras en la miseria y expulsa a cientos de millones de mujeres, hombres y niños de sus hogares y los convierte en parias!

Los mortíferos combates en Ucrania o los enfrentamientos entre Estados Unidos y China hacen cada vez más real la amenaza de una guerra generalizada.

Todos los Estados se preparan para ello rearmándose a marchas forzadas. Nos corresponde a nosotros decir no a una nueva guerra imperialista. Esta lucha es inseparable de la lucha social que los trabajadores deben llevar contra el poder de una clase capitalista que, por sus cuotas de mercado y sus ganancias, está dispuesta a sumir al mundo entero en la barbarie.

Editorial de los boletines de empresas Lucha Obrera del 9 de mayo de 2023

Nathalie Arthaud