¡Tarde o temprano, les daremos motivos para tener miedo de verdad!

Imprimir
Textos del semanario Lutte Ouvrière - 29 de septiembre de 2025
29 de septiembre de 2025

El mundo burgués está rabiando. Imagínense, la idea de gravar un poco a los ultrarricos está ganando terreno, ¡y el impuesto Zucman sería apoyado por el 86% de los encuestados! Y, para colmo de horror, uno de los fieles servidores de estos ricos, el expresidente Sarkozy, acaba de ser condenado a cinco años de prisión por asociación ilícita.

Según el Medef y muchos políticos burgueses, el país estaría bajo el yugo de jueces rojos y economistas “de extrema izquierda”. ¡Qué teatro tan ridículo y repugnante!

¿Conoces a algún condenado a prisión al que se le haya invitado a hablar en la prensa como a Sarkozy? Desde su condena, sus abogados ocupan los platós de televisión para clamar contra la conspiración y la injusticia. Mejor aún, parte de la élite política y mediática se rebela para salvar al soldado Sarkozy, ¡como si se tratara de un nuevo caso Dreyfus!

Sarkozy y Le Pen han estado al frente exigiendo una justicia más severa. Y, digan lo que digan hoy, los tribunales son mucho más duros con los trabajadores, los pobres y los jóvenes de los barrios populares que con los grandes empresarios y los políticos. ¿Sería injusto encarcelarlos antes de la apelación? Pero hoy en día hay más de 20.000 personas en prisión preventiva, a la espera de juicio. ¿Por qué Sarkozy o Le Pen deberían recibir un trato especial?

Los grandes empresarios muestran la misma arrogancia. Gritan que se les está despojando con el pretexto de que el Gobierno podría pedirles que participen, aunque sea un poco, en el reembolso de la deuda.

La patronal francesa Medef incluso convocó una jornada de protesta para el 13 de octubre. Pero no se preocupen, no habrá manifestaciones callejeras, ni cortejos de chalecos amarillos vestidos de Dior ni black blocs con pasamontañas de Hermès, solo una reunión patronal.

¡A los capitalistas les va bien, muy bien incluso! Nunca antes habían concentrado tanto dinero en sus manos. La fortuna de las 500 familias burguesas más ricas de este país se ha multiplicado por 12 en menos de treinta años. Ha pasado de menos de 100.000 millones de euros en 1996 a 1,128 billón (millón de millones) en la actualidad.

Han acumulado estas fortunas mediante la explotación de los trabajadores y los beneficios récord de los últimos años. Y las han redondeado obteniendo reducciones fiscales y el derecho a saquear las arcas del Estado como nunca antes. Con los 211.000 a 270.000 millones de euros de ayudas públicas que han cobrado anualmente, sin control ni contrapartida, son ellos los que han aumentado la deuda.

Lejos de ser digna de lástima, esta clase burguesa tiene todas las riendas del poder. Tiene a su merced a los gobiernos, las administraciones del Estado y a la inmensa mayoría de los políticos. Cuenta con el apoyo de la policía y el ejército. Lo mismo ocurre con la judicatura, que en su mayoría procede de sus filas y está comprometida con el orden burgués. Y a través de los periódicos, las cadenas de televisión y las redes sociales que ha comprado, tiene el poder mediático y difunde su propaganda las 24 horas del día.

A todos estos ricos, explotadores y parásitos no les gusta ser criticados y menos aún ver a algunos de los suyos acabar en la cárcel. Pero, sobre todo, defienden sus intereses: quieren seguir acumulando miles y miles, a pesar de la deuda, a pesar de la crisis de su sistema, a pesar de la feroz guerra comercial y a pesar de los rumores de guerra que se multiplican. Y harán todo lo posible para que los trabajadores, los jubilados, los desempleados y los enfermos se resignen a los sacrificios que exigen.

Es esta política patronal la que el primer ministro, Lecornu, debe poner en práctica. Si no consigue formar una mayoría y un gobierno, la tarea recaerá en su sucesor.

Por lo tanto, los trabajadores deben organizar una contraofensiva a gran escala. Eso es lo que han empezado a hacer quienes se movilizaron los días 10 y 18 de septiembre. Hay que encontrar la manera de continuar.

Tras acudir precipitadamente a Matignon el 24 de septiembre, las confederaciones sindicales tuvieron que reconocer que Lecornu solo tenía patadas que ofrecer a los trabajadores. Por lo tanto, convocan una nueva movilización para el jueves 2 de octubre. Es una oportunidad que hay que aprovechar para hacerse oír al menos tanto como la patronal.

Hoy, la burguesía grita antes de recibir los golpes que se merece. Pero llegará el momento en que los trabajadores tendrán la voluntad de arrebatarle su fortuna mal ganada y la derribarán de su trono. Y ese día, sí, ¡la burguesía tendrá una buena razón para morir de miedo!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 29 de septiembre de 2025