En Gaza, las grandes potencias cómplices del genocidio

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 28 de julio de 2025
28 de julio de 2025

Ha sido necesario que las imágenes insoportables de cuerpos demacrados por el hambre aparecieran en las portadas de todo el mundo para que el Gobierno israelí autorizara el lanzamiento de unas pocas toneladas de víveres y el paso de camiones con ayuda alimentaria. También ha anunciado “pausas tácticas” en los bombardeos y los disparos durante algunas horas al día y solo en determinadas zonas de Gaza.

Aunque decenas de habitantes, en particular niños, ya murieron de hambre en julio, estas medidas irrisorias tal vez aporten un poco de alivio. Pero sobre todo demuestran que Netanyahu tiene el poder de decidir si permite o prohíbe la supervivencia de dos millones de palestinos, si provoca o no la lenta agonía de los más vulnerables, privados de agua, alimentos e higiene. Y también demuestran que las potencias imperialistas le dejan hacer.

En cuanto a la hambruna en Gaza, los dirigentes de las grandes potencias no han escatimado declaraciones indignadas. Hablan de catástrofe humanitaria como si se tratara de una catástrofe natural repentina. Pero esta hambruna ha sido organizada conscientemente por los dirigentes israelíes. Hace cinco meses comenzaron bloqueando la ayuda humanitaria, expulsando a las ONG e instalando cuatro puntos de abastecimiento controlados por el ejército, donde los hambrientos tenían más probabilidades de recibir un disparo que de encontrar comida.

La política de Netanyahu es explícita: después de destruir Gaza con bombas y matar a más de 60.000 personas, utiliza el hambre como arma para obligar a los supervivientes a marcharse. El Gobierno israelí habla de crear lo que se atreve a llamar una “ciudad humanitaria” en el sur del enclave. En realidad, será un campo de concentración donde encerrar a los habitantes antes de obligarlos a abandonar Gaza.

Es esta política de genocidio y limpieza étnica la que los dirigentes imperialistas llevan meses apoyando, a pesar de sus lágrimas de cocodrilo. Porque si es el Estado israelí el que libra esta guerra sucia, solo puede hacerlo gracias a su apoyo material y político. La mayor potencia, Estados Unidos, lo expresa sin rodeos: Trump ha hecho una vaga promesa de ayuda humanitaria a Gaza, pero sobre todo ha declarado que es Israel quien debe decidir el futuro.

En cuanto a Macron, intenta jugar su pequeña carta y parecer menos alineado con Netanyahu que Trump. Ha anunciado con orgullo que Francia reconocerá al Estado de Palestina... ¡el próximo mes de septiembre! Mientras Francia lleva 77 años apoyando la opresión de los palestinos, Macron puede reconocer sobre el papel un Estado de Palestina que se reduciría a un montón de ruinas en Gaza y a un territorio devorado por los colonos judíos de extrema derecha en Cisjordania.

No habrá solución para el destino de los palestinos por parte de estos opresores que ahora quieren hacerse pasar por salvadores. Los dirigentes imperialistas, responsables desde hace siglos de la masacre y la opresión de los pueblos, se han mostrado solidarios desde el principio con la política colonialista de los dirigentes sionistas, que son el instrumento de dominación de las grandes potencias en todo Oriente Medio.

Netanyahu y sus apoyos imperialistas presentan la guerra en Gaza como la única posibilidad de proteger a los israelíes. ¡Pero no se puede garantizar la prosperidad de unos sobre los cadáveres de otros! Por un lado, el foso de sangre cavado por el Estado de Israel hará surgir nuevos combatientes, incluso para las fuerzas más reaccionarias. Por otro lado, en el propio Israel, esto refuerza la extrema derecha y agrava el carácter autoritario del Estado israelí.

Para que los pueblos árabes y el pueblo israelí puedan coexistir fraternalmente, en una federación de pueblos con los mismos derechos, es necesario poner fin al colonialismo y a toda forma de opresión. Esto supone acabar con la dominación imperialista sobre Oriente Medio, responsable de las crisis y guerras que devastan esta región desde hace más de un siglo.

No solo tenemos un deber elemental de solidaridad con los oprimidos y los muertos de Gaza. Debemos tomar conciencia de que los trabajadores a escala internacional son la única fuerza que puede poner fin al sistema imperialista que gobierna el mundo y ofrecer un futuro diferente al de las bombas y el hambre, no solo a los habitantes de Gaza, sino a toda la humanidad.

Editorial de los boletines de empresas del 28 de julio de 2025