¡Decir no a todos los retrocesos!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 7 de junio de 2023
7 de junio de 2023

Los principales sindicatos convocaron una acción el 6 de junio contra el aumento de la edad de jubilación a 64 años. Como ya habían hecho masivamente el 1 de mayo, numerosos trabajadores acudieron a la manifestación para afirmar que su oposición se mantenía intacta. Mostraron que este retroceso no es aceptable y que nunca será aceptado.

Los que se manifestaron también dijeron que no se resignaban a ver cómo se deterioraban sus condiciones de vida, que no aceptaban los salarios bajos y la subida de los precios, esta extorción impuesta por los grandes grupos capitalistas.

Para dividir al mundo del trabajo, unido en su oposición a los 64 años, el gobierno saca los viejos trucos: un proyecto de ley contra los beneficiarios del RSA-Ingreso de Solidaridad Activa, una ayuda social del Estato francés-, otro sobre la inmigración. ¡Esto también hay que denunciarlo!

Hacer pasar a los beneficiarios de la RSA por personas que no quieren trabajar es repugnante. ¿Cuántos son trabajadores que han quedado discapacitados, cuántos otros han sido despedidos o viven en regiones asoladas por el paro? ¿Cuántas mujeres no tienen más remedio que vivir de esta limosna de 600 euros porque cuidan de un hijo discapacitado o de un familiar enfermo las 24 horas del día? ¡Es a estos trabajadores, rechazados o perjudicados por la carrera del beneficio y abandonados por el Estado, a los que el gobierno insulta y amenaza con suspenderles la prestación!

Al desprecio del gobierno se une una buena dosis de hipocresía cuando Darmanin- ministro del Interior- amenaza con endurecer las condiciones de regularización de los inmigrantes sin papeles, limitar los visados e incluso suprimir el derecho a la reagrupación familiar. Ninguna empresa, ninguna fábrica, ninguna obra, ningún hospital o residencia de ancianos funcionaría sin el trabajo diario de millones de trabajadores extranjeros. Sin nuestros compañeros trabajadores inmigrantes, las grandes empresas no tendrían suficientes trabajadores a los que explotar.

Por tanto, ¡no demos vía libre al gobierno con sus mentiras y su demagogia antiobrera! ¡No nos dividamos! ¡Los únicos parásitos, los mayores ladrones y los más ayudados en esta sociedad son los grandes burgueses! Alcemos de nuevo la voz, juntos, para hacer valer nuestros intereses como trabajadores.

Aunque los dirigentes de las centrales sindicales hayan optado por convocar una huelga en vísperas de un nuevo episodio parlamentario, no hay nada que esperar de todo este circo. Como hemos visto desde enero, las leyes, las instituciones y la Constitución están hechas a medida para que los gobiernos adopten las medidas antiobreras exigidas por el gran capital. Del Parlamento no saldrá ningún milagro.

Para las centrales sindicales, este calendario era sin duda una forma de pasar página dejando la movilización en un segundo plano. También era una forma de demostrar a Macron su respeto por las instituciones y su sentido de la responsabilidad. Pero, sean cuales sean los cálculos de los dirigentes sindicales, quienes se manifestaron y fueron a la huelga el 6 de junio supieron hacer valer los intereses de su clase social y demostrar que confiaban únicamente en sus propias fuerzas para invertir el curso de los acontecimientos.

La movilización de estos últimos meses ha puesto de manifiesto una de las riquezas del mundo del trabajo: la solidaridad. Además, los cientos de miles de manifestantes de todo el país, de todos los sectores y profesiones, públicos y privados, jóvenes y mayores, han reavivado la conciencia de que formamos un campo, una clase social, una fuerza colectiva que aspira a ser respetada.

Este es un primer paso esencial, porque es la única forma de que la sociedad progrese. Eso es lo que tenemos que alimentar dándonos los medios para reunirnos, para debatir, para extender la lucha.

Es también en momentos como éste cuando podemos pensar fuera de la caja de la burguesía y darnos cuenta de la magnitud de la lucha que tenemos por delante. Porque si no hay razón para resignarse a la jubilación a los 64 años, a los bajos salarios, a la inflación, a la degradación de nuestras condiciones de trabajo, no hay más razón para resignarse a la explotación y al capitalismo.

La explotación del hombre por el hombre no es una ley natural. No es natural que hombres y mujeres se vean obligados a vender su fuerza de trabajo y a someterse a un patrón, a su humor o a sus pedidos. Que la humanidad esté dividida entre explotadores y explotados, entre países ricos y países pobres, es producto de la historia, la historia de la lucha de clases.

Esta lucha de clases debe librarse hoy con la conciencia de que un día habrá que llegar hasta el final, hasta alcanzar la emancipación total, es decir, el fin de la explotación, el derrocamiento de la dominación de la burguesía y de su sistema capitalista.

Editorial del 7 de junio de 2023