A nuestras hermanas y nuestros hermanos de clase

Εκτύπωση
Textos del semanario Lutte Ouvrière - 19 de junio de 2023
19 de junio de 2023

El pasado miércoles, un barco con cientos de personas que intentaban llegar a Europa naufragó frente a las costas de Grecia. ¿Cuántos niños, mujeres y hombres perdieron la vida? ¿500, 600 como sugieren las fotos de la embarcación sobrecargada?

Lo más indignante es que todas las personas a bordo podrían haberse salvado. La embarcación había sido detectada por Frontex y los guardacostas griegos estaban en el lugar. ¿Intentaron empujar la embarcación de vuelta hacia la alta mar, como han denunciado los supervivientes? Todo es posible, porque la política criminal de la Unión Europea fomenta este tipo de ignominias.

No conoceremos la identidad de todos los desaparecidos. Pero una cosa es segura: entre las víctimas no hay hijos o esposas de millonarios o reyes del petróleo. Ellos tienen todos los papeles necesarios y los medios para subirse a un avión y viajar adonde quieran.

Los migrantes de este barco estaban destinados a hacer parte del mundo laboral. Todos se vieron obligados a encontrar un modo de ganarse su pan y proporcionar un futuro a sus hijos. Precisamente porque ya no podían hacerlo, se encontraron en este ataúd flotante, y eso es lo que haría cualquier trabajador aquí en la misma situación.

Escapar de la pobreza no es un crimen. La libertad de circulación debería ser un derecho elemental de todo ser humano. Hay que afirmarlo alto y claro, contra los gobiernos de la Unión Europea, que libran una auténtica guerra contra los migrantes. Y hay que gritarlo contra todos los demagogos que utilizan la inmigración como espantajo.

No existe ninguna ley en ningún país del mundo que garantice a las mujeres y los hombres sin capital alguno el derecho a ganarse la vida dignamente. Esto es cierto incluso en un país rico y desarrollado como Francia. La ley que prevalece es la de la jungla capitalista, que no deja a los explotados más remedio que trabajar duramente por el derecho a vivir. Contra eso hay que luchar.

Los trabajadores no se protegerán atrincherándose contra otros trabajadores más pobres que ellos. El problema es luchar juntos contra la miseria creada por la explotación y el imperialismo.

Luchar contra la clase capitalista que prospera empobreciendo a la inmensa mayoría de la humanidad sólo puede venir de los explotados cuando se levanten aquí, en África, Oriente Medio y en otros lugares, contra toda la barbarie que el capitalismo trae consigo.

Esto no es producto de nuestra imaginación. Allí donde hay trabajadores, hay resistencia, intentos de organización y luchas. En todo el mundo se producen regularmente grandes revueltas capaces de derrocar a los regímenes más dictatoriales. Y siempre hay luchas parciales y locales de los trabajadores, porque la resignación nunca es eterna.

Que estas luchas tengan lugar en el puerto de Dakar o de Abiyán, en una mina del Congo o de Sudáfrica, en una fábrica de Turquía o de Francia, en todas partes se puede encontrar el mismo tipo de reivindicaciones relativas a los salarios y a las condiciones de trabajo. Porque, de un extremo a otro del planeta, las condiciones de trabajo nos dejan expuestos a la misma rapacidad de los empresarios, a la arbitrariedad del mercado y a los caprichos de la guerra económica.

Y a menudo son los mismos explotadores, porque las grandes empresas no conocen fronteras: operan a escala mundial. Las multinacionales del automóvil, del petróleo, de la agroalimentación, de la construcción o de la vigilancia… hay numerosos ejemplos de hermanos o primos explotados por la misma empresa, uno en el continente africano, el otro en el europeo.

Aquí en Francia, cada gran huelga mezcla a trabajadores de los cuatro puntos del planeta. Y algunas de las grandes luchas de los últimos años, como las huelgas del personal de limpieza de los grandes hoteles, han sido protagonizadas por trabajadoras inmigrantes.

Así pues, sea cual sea el origen, la cultura, la nacionalidad o las creencias del uno o del otro, sea cual sea el país en el que vivamos, todos estamos atados a la misma cadena: la de las grandes empresas, que nos explotan, destruyen el planeta y fomentan la guerra. La única manera de romper esta cadena es difundir la conciencia de que pertenecemos al mismo campo y de que debemos unirnos contra la clase capitalista y sus lacayos políticos.

No olvidemos nunca que nuestro único enemigo es la gran burguesía que domina el mundo.

¡Unámonos contra los políticos que utilizan la inmigración como distracción y disfrazar su servilismo a los ricos! ¡Unámonos para defender nuestros intereses como trabajadores frente a los empresarios deseosos de encontrar mano de obra a la que explotar!

Editorial de los boletines de empresas Lucha Obrera del 20 de junio de 2023

Nathalie Arthaud