La subcontratación: precarización de la mano de obra

Febrero de 2022

Una de las consecuencias de las reformas laborales realizadas durante los últimos años y del Estatuto de los Trabajadores – que data de 1980- es proporcionar a la patronal la subcontratación, una herramienta legal, para sobrexplotar a los trabajadores. De esa manera las empresas logran dos objetivos: abaratar y bajar los salarios y dividir a los trabajadores entre aquellos que trabajan en la empresa matriz y los que son subcontratados a través de empresas que realizan trabajos para la multinacional. Estas fórmulas permiten ahorrar costes laborales y aumentar los beneficios, pero la producción que realiza la clase trabajadora aumenta. Es ahí, escondida donde está la explotación capitalista: con lo producido en la mitad de la jornada de trabajo se paga el salario; la otra mitad va para los beneficios de la patronal, lo que se llama plusvalía. Y para aumentar los beneficios se reducen los salarios y se aumenta la productividad. Es el mecanismo del capitalismo, la génesis de la desigualdad.

Como ejemplos en el metal está Airbus y la multitud de empresas que le trabajan. Airbus tiene convenio propio y paga a sus trabajadores con salarios superiores a los de las subcontratas que se rigen por los convenios del metal. Haciendo el mismo trabajo tienen salarios distintos que a veces son el doble o triple entre las mismas categorías. Por ejemplo, hay trabajadores que pueden ganar unos 900 € por una jornada flexible y que están trabajando en o para Airbus.

Otro caso pasa con las telecomunicaciones con Telefónica/Movistar. Esta multinacional llegó a tener 75.000 traba-jadores en 2020 tenía 28.560 y ahora con el último plan de bajas incentivadas se suprimirán casi 3.000. Naturalmente estos trabajadores no desaparecen, sino que se sustituyen por mano de obra barata de las subcontrataciones. Encima estas subcontratas como Cotronic, Elecnor, Ezentis, Zener y muchísimas más del sector de las telecomunicaciones utilizan el artículo 41 del Estatuto de los Trabajadores para bajar los salarios y empeorar las condiciones de trabajo. Así los convenios sectoriales, ya de por sí bajos, se convierten en papel mojado.

En cada sector de la producción el capitalismo organiza lo que llaman “cadenas de valor” por las cuales la producción se establece en cadenas donde multitud de subcontratas realizan una parte de la mercancía para ensamblar el producto final en una fábrica en concreto. Los trabajadores de Airbus saben bien el tema.

Las llamadas bajas voluntarias incentivadas, prejubilaciones, y los despidos en general, son sustitución de mano de obra con salarios más o menos dignos por mano de obra en precario. La digitalización, con la automatización de los procesos, el desarrollo de las comunicaciones y el trabajo a distancia, provoca una expulsión de mano de obra no para repartir las ventajas de las nuevas tecnologías reduciendo horas de trabajo y repartiendolas entre todos sino para echar a pelear a los trabajadores por ganarse el pan, utilizando el paro y la subcontratación, generando precarización.

Esta situación no ocurre solo en nuestro país, es una característica internacional de explotación de la mano de obra. Las grandes multinacionales tienen factorías por todo el mundo que a su vez subcontratan bajando los salarios.

La Reforma Laboral no elimina esta cadena de explotación que es la subcontratación, la mantiene. Por ello hay que exigir la derogación de las Reforma, pero de nada sirve esta derogación si no exigimos un salario igual, para cada trabajo igual, en cualquier sector, según el salario más alto. Es la base para frenar la explotación.

La unidad de los trabajadores es la clave. Si se para un sector entero se para la producción. Si paramos todos y todas se para la economía. Somos la mayoría y es la única manera de frenar la explotación de la patronal.