Ante la crisis social y sanitaria no hay otro camino que la solidaridad obrera

Noviembre de 2020

El gobierno central de Pedro Sánchez ha presentado un nuevo decreto de Alarma ante la segunda ola de Covid-19. El decreto que se validará en las cortes pretende dotar a las autonomías de poderes extraordinarios para limitar la movilidad e imponer confinamientos parciales, toques de queda y otras medidas sin llegar, todavía, al confinamiento total como en Marzo.

La situación se agrava cada día. El auge de los contagios en nuestro país y en el mundo se suceden sin freno y las muertes diarias aumentan agravándose progresivamente la crisis económica y social bajo una situación sanitaria catastrófica.

El temor a que se vuelvan a colapsar los hospitales se va haciendo una realidad, después del colapso de la la sanidad en los centros de salud.

Mientras tanto no cesan de aumentar la publicidad de los seguros sanitarios privados donde ya están haciendo su agosto a costa de la sanidad pública. Esta situación no se ha degradado en unos días ni solamente por la pandemia. Los recortes y privatizaciones de los servicios públicos realizados durante años y sobre todo a partir de la crisis de 2008 han puesto la base de la catástrofe que se nos avecina si no remediamos.

¿Iremos hacia un nuevo confinamiento? Es posible. El consenso de la comunidad científica expresa que es el único camino para frenar en seco la epidemia.

Sin embargo, el problema es el sistema económico y social. En una sociedad donde quienes dominan son los grandes capitales, los grandes conglomerados empresariales y bancarios, el Ibex 35, y cuyo interés es la rentabilidad y el beneficio privado, no pueden organizar la economía y la sociedad eficazmente contra la pandemia. Cualquier medida chocará con los intereses privados de los grandes capitales y no es una cuestión ética, es la lógica económica de una sociedad que vive para la rentabilidad privada.

Así, la pandemia está sirviendo para que los bancos cierren sucursales, hagan sus fusiones – Caixa y Bankia-, despidan y destruyan empleo. Se esperan decenas de miles de despidos en la banca. Lo mismo ocurre en los sectores industriales de la aeronáutica y el automóvil y en general en todos los sectores. Esta crisis sanitaria está solapada con una crisis económica que la hace aún más catastrófica cada día que pasa y que va a aprovechar la patronal para destruir empleo, que propiciará despidos y un desempleo masivo. Este desempleo es una espada de Damocles sobre la clase trabajadora, que provocará miedo e incertidumbre lo cual hará que los y las trabajadoras se sometan a las condiciones de las empresas.

La lógica del capital y del mercado es competir para ganar dinero y esto se hace reduciendo costes y reducir el coste de la fuerza de trabajo los hará más ricos a los grandes empresarios e inversores.

Por ello aunque la crisis sanitaria ha frenado las ganancias en sectores como la restauración o el turismo ha llenado los bolsillos de Google, Amazon, Facebook, Microsoft (GAFAM), la industria farmacéutica y laboratorios y los seguros privados.

Muchos pensarán que cuando acabe la pandemia, se acabará la crisis económica, pero eso será imposible en nuestro sistema económico capitalista porque él mismo está en crisis.

Y como en cada crisis serán los trabajadores los que pierdan colectivamente. En esta situación ningún Estado de Alarma, o confinamiento nos frenará la pandemia del paro, la pobreza o los bajos salarios, porque las crisis son una forma del sistema de depurarse para volver con nuevos bríos a hacer beneficio a costa del trabajador.

No hay solución individual posible a la situación. Sólo hay una solución para toda la sociedad: la movilización solidaria y colectiva de la clase trabajadora contra los despidos, el paro y la precariedad.

En definitiva, parar la catástrofe que se nos viene encima requerirá medidas urgentes de creación de empleo en la sanidad, educación, prohibir los despidos y ERE y repartir el trabajo entre toda la sociedad sin bajar los salarios incautando los medios productivos esenciales como son la gran industria, la banca y servicios imprescindibles como la energía o sanitarios.