La nueva reforma laboral: más subvenciones para la patronal

Imprimir
junio 2006

El gobierno de Zapatero, la patronal y los sindicatos CCOO y UGT han cerrado un acuerdo que va a modificar el marco de contratación en el mercado de trabajo. Desde los medios de comunicación se nos dice que con las nuevas normas de contratación un mínimo de 500.000 trabajadores pasarán de tener un contrato temporal a otro indefinido. Las altas tasas de precariedad laboral de la clase trabajadora en nuestro país es uno de los problemas sociales fundamentales y conlleva la inseguridad en el puesto de trabajo, los bajos salarios y los accidentes laborales. La precariedad se ha convertido en la espada de Damocles de los trabajadores.

Desde el gobierno y los sindicatos firmantes sus declaraciones han insistido en que esta reforma laboral buscaba solucionar la precariedad que tienen los trabajadores en nuestro país. Esta nueva reforma laboral, dicen los firmantes, va a cambiar los contratos temporales, pasándolos a fijos. Pero como expresó el ministro de Trabajo "el contrato fijo será más barato que el temporal". Es decir, este gobierno va a apoyar a la patronal con miles de millones en subvenciones para aparentar su "progresía".

Si ésto es así, si hasta 1 millón de trabajadores van a pasar a tener un contrato más seguro e indefinido, nos alegramos. Pero a pesar de sus declaraciones mucho nos tememos que esta nueva reforma laboral va a mantener la misma situación de la clase trabajadora; es posible que se hagan contratos indefinidos nuevos, puesto que a la patronal se le subvenciona de tal manera que les saldrá muy barato contratar. El acuerdo, es una vez más, uno más en la larga lista de reformas laborales con las mismas soluciones a la temporalidad: subvencionar a la patronal a cambio del nombre del contrato.

Cualquier trabajador sabe la situación que hay en España de inseguridad en los puestos de trabajo. Más de 5,3 millones de trabajadores tienen un contrato temporal, uno de cada tres, que junto a los parados, unos dos millones, convierten a la mitad de la clase obrera en precaria en el trabajo, con la inseguridad que eso conlleva. La inmensa mayoría de los precarios, el 68%, son jóvenes lo que permite a la patronal aprovecharse de esta inseguridad para pagar salarios más bajos.

Los acuerdos son un banquete para la patronal

Según las informaciones aparecidas en los medios de comunicación se ha acordado crear un nuevo contrato indefinido cuyo despido improcedente sea indemnizado con 33 días por año trabajado, con el tope de 24 mensualidades. Así pues, se rebaja la indemnización de los 45 días por año trabajado con un máximo de 42 mensualidades. Con lo cual el patrón va a ganar. En estos nuevos contratos se especifica que habrá un plan de choque por el que se bonificará al empresario con 800 anuales durante tres años, para que convierta en indefinidos los contratados temporales firmados antes de junio de 2006.

Otra de las modificaciones es la prohibición de mantener contratos temporales encadenados durante 24 meses seguidos en un máximo de 30 meses. Es decir, aunque te dejen parado días o meses tienes hasta 30 meses en total para obligar al empresario a contratarte. A primera vista ésto es positivo, pero en el acuerdo se especifica que será así siempre que sea el mismo puesto de trabajo. O sea, que un patrón puede cambiarte de la cocina a la barra del bar en el contrato, por ejemplo, y no tendrá porqué hacerte fijo.

Otro apartado destacable es la subcontratación. Se prohíben las subcontratas que se demuestre que sean mera transferencia de mano de obra. Es decir, aquellas subcontratas que no tengan una actividad propia en la producción. Pero ésto es totalmente insuficiente pues no prohíben la cadena de subcontrataciones que es lo que precariza el trabajo, ni obligan a tener un número de obreros suficientes por obra como debería ser en la construcción, por ejemplo. En la construcción donde los accidentes laborales y la subcontratación, hace que aparezcan los nuevos esclavistas, sólo con obligar a las empresas a que contrataran a los trabajadores directamente que trabajan la obra se solucionaría en su mayor parte el problema.

Entre todos estos acuerdos hay uno sobre el desempleo: los parados de larga duración no tendrán que acreditar cargas familiares para la ayuda del subsidio, eso sí a los mayores de 45 años. Esto sería una migaja para los trabajadores en el banquete que se dará la patronal.

¿Quién se beneficiade estos acuerdos?

Los únicos realmente beneficiados van a ser los empresarios. Van a recibir tantas subvenciones que da vergüenza que este acuerdo se haya firmado con el consentimiento de un gobierno que tiene la palabra socialista en el nombre de su partido y unos sindicatos que se dicen de clase y obreros.

La patronal, según el Ministro de Trabajo, va a recibir un total de 4.000.000.000 euros anuales, ¡Sí, 4 mil millones de euros! Solo con la subvención de 800 anuales por contrato que darán, el patrón pagaría el despido. Si dividimos el montante de las subvenciones entre el sueldo medio anual- 2,230 mensuales brutos- se crearían más de 155.000 puestos de trabajo anuales. Y si fuera el salario mínimo -513- serían más de 645.000 empleos los que se podrían crear.

Este gobierno que quiere aparecer como progresista, crea nuevos contratos con la apariencia de indefinidos, pero que son verdaderos regalos para la patronal. Y ésta es la madre del cordero.

¿Por qué es tan altala precariedaden nuestro país?

Desde la patronal y los gobiernos que hemos tenido, sean socialistas o del PP, explican la temporalidad como algo necesario para la buena marcha de la economía. Según ellos para que la economía funcione y cree riqueza tiene que ser "competitiva", es decir, que las mercancías sean más baratas que la competencia y de mejor calidad y para ello hay que rebajar los costes de producción y adaptarse a las necesidades del mercado. Como el mercado unas veces demanda más mercancías y otras veces menos, en estos casos se necesita por tanto menos mano de obra y que sea lo menos costosa posible. De ahí que se necesite la "flexibilización" del mercado de trabajo, es decir, en palabras claras: poder contratar y despedir a voluntad del empresario y con el menor coste posible.

Nuestra economía capitalista se basa en la propiedad privada de los medios productivos y en la venta de mercancías. Los que tienen el capital invierten buscando sus beneficios vendiendo más y más barato. El trabajador se convierte en una mercancía que además es la única que crea la producción de mercancías pues es el trabajo el que crea el valor de las cosas. Por ello los beneficios empresariales estarán siempre en contradicción con las necesidades salariales de los trabajadores.

Por esta ley del sistema capitalista será imposible eliminar totalmente la temporalidad y la precariedad de los trabajadores si no se ataca la raíz de la organización social capitalista: los beneficios de la patronal.

Aparte del funcionamiento general de nuestra sociedad capitalista, depende de los sectores productivos, de donde se obtienen los beneficios de la burguesía, el que los gobiernos tengan más o menos margen de maniobra para poder realizar medidas sociales y populares. En Europa la riqueza producida es tanta que el Estado puede permitirse realizar ciertos servicios sociales sin que los beneficios del capital disminuyan. En países con gran estructura productiva y tecnológica es posible obtener más rendimiento en la fabricación y distribución de mercancías y servicios. Así países como Alemania, donde la estructura industrial y tecnológica es importante, la estabilidad en el empleo es mayor y la temporalidad menor.

En España los sectores productivos con más actividad son el turismo, con la hostelería, la construcción y la agricultura. Si hemos tenido el relativo crecimiento económico actual y la relativa disminución del paro se debe al tirón de la construcción. Estos sectores productivos son en gran medida estacionales y para obtener los beneficios las empresas necesitan poder despedir con total libertad, con total impunidad, para adecuarse a los ciclos de expansión y crisis de la sociedad capitalista.

Además la mayoría de las empresas son de pocos trabajadores donde la subcontratación campa por doquier y los salarios son bajos. La plusvalía capitalista en nuestro país se obtiene de unos bajos costes laborales y del trabajo precario.

Por todo ésto las nuevas medidas que van a salir el próximo julio por decreto no van a disminuir la precariedad, pues no impide que la patronal siga haciendo los beneficios con la explotación obrera, y ahora más con las subvenciones del Estado.

Las reformas laborales han sido la pérdida de derechos de los trabajadores para beneficio de la patronal

Desde 1980 las sucesivas reformas del mercado laboral han ido facilitando el despido y aupando el contrato temporal y la precariedad en eje central del mercado laboral. El mundo del trabajo ha sufrido cambios que han permitido la eliminación de derechos adquiridos con la lucha de muchos años, con la sangre de muchos compañeros que durante el franquismo consiguieron en condiciones de la clandestinidad y dictadura obtener unos mínimos derechos

Como expresamos en los párrafos anteriores la patronal para mantener sus beneficios en la sociedad capitalista, necesita tener las manos libres para contratar y despedir a discreción del patrón. Es una norma, una necesidad del mercado capitalista, a la que tiende por propia necesidad la economía.

Por eso los primeros ataques contra los trabajadores después de la muerte de Franco fue facilitar el despido eliminando las "trabas" jurídicas. La crisis económica de los 70 hizo que los gobiernos y los capitalistas buscaran la forma de mantener los beneficios eliminando conquistas de los trabajadores. En nuestro país el despido es libre. Cualquier patrón puede despedir cuando quiera a los trabajadores. Sólo puede ser más caro o barato dependiendo de la indemnización. La patronal y los gobiernos han ido consiguiendo que el despido sea además de libre barato, cuando no gratuito. En efecto, cuando un trabajador es echado del trabajo y va a magistratura el juez puede determinar si el despido es nulo, procedente o improcedente. Anteriormente a 1980 para despedir a un trabajador con contrato indefinido había que pagar una indemnización. A partir de las reformas sucesivas el despido puede ser objetivo, por causas económicas, tecnológicas o de organización empresarial y pagar el patrón 20 días por año, con un máximo de 12 meses. Cuando un despido nulo o improcedente tiene una indemnización de 45 días por año. Una de las conquistas de los trabajadores anteriormente había sido la obligatoriedad de la readmisión si así lo dictaba el juez. Ahora el despido se hace totalmente libre sólo con una mayor o menor indemnización. Con esta reforma pactada el despido nulo, improcedente, se abarata hasta los 33 días. Si el despido es procedente el trabajador va a la calle sin un duro.

En los despidos colectivos de las empresas la cosa fue peor. Empresas con beneficios millonarios pueden despedir a mansalva con un despido de 20 días por año, 20 meses máximo, y sin necesidad de ser autorizados.

En derecho del trabajo la causalidad de los contratos ha permitido que si la naturaleza del puesto de trabajo es permanente, el contrato también lo es. Si la naturaleza del puesto de trabajo era temporal o estacional el contrato también lo era. La patronal y sus gobiernos modificaron esta norma para adecuar el mercado laboral a los beneficios empresariales y los ciclos y crisis económicas.

Así, en 1980 el Estatuto de los Trabajadores se modificó para permitir la temporalidad. A partir de aquí se rompió el principio de causalidad jurídica de los contratos. En 1984 el Acuerdo Económico y Social firmado por la UGT, provoco la extensión con un máximo de tres años de contratos temporales para trabajos permanentes.

En 1992 el "socialista" Felipe González promovió una Ley de "medidas urgentes para el fomento de empleo" por la cual se disminuyó las prestaciones por desempleo y se endureció el acceso al paro.

Estas reformas hacen que se pierdan de 1984 a 1994 casi 900.000 empleos indefinidos y se creen 1.560.000 empleos temporales. Los beneficios de la patronal fueron extraordinarios. Ahora los empleos temporales podías ser rescindidos sin ninguna indemnización.

Ante la situación una nueva reforma de 1994 promueve la contratación a tiempo parcial, aparecen las ETT (Empresas de Empleo Temporal). Dicen que va a disminuir el paro.

Lo que hace es precarizar aún más a los trabajadores.

En 1997 se vuelve a incentivar con subvenciones a la patronal para crear contratos indefinidos. Pero la reforma no cambia nada. Joan Rossel, de la patronal catalana, preveía en 1997 una "avalancha" de contratos indefinidos. Todavía los estamos esperando.

La siguiente reforma de 2001, anterior a ésta, no hace más que empeorar la situación.

Solo nos queda una solución: la lucha obrera

Como han demostrado todas las reformas laborales realizadas hasta ahora será imposible crear empleo estable y digno si se sigue subvencionando a la patronal y facilitándoles el despido. La sociedad capitalista funciona a partir de los beneficios y sólo rompiendo esta dinámica se podrá impedir la precariedad.

Y para ésto la única vía es prohibir los despidos colectivos y restringir los individuales, obligar a las empresas con beneficios a invertir en puestos de trabajos o ser expropiadas sin indemnización.

Los millones en subvenciones que el Estado regala a los empresarios, no deben de ir a la patronal, sino a crear puestos de trabajo necesarios en educación, sanidad y en aquellos sectores necesarios para la sociedad y creados directamente por el Estado.

Sólo así podremos romper la dinámica que enriquece a la burguesía y empobrece a los trabajadores.

Ante ésta situación sólo nos queda la salida de la lucha y de la movilización obrera para imponer al gobierno medidas que obliguen al Estado a crear empleo y recuperar los derechos de los trabajadores.

En España existen 200.000 trabajadores con el salario mínimo, unos 512 , que sumados a los parados que cobran el subsidio y los pensionistas totalizan 900.000 personas.